¡Pero qué me pasa! Es entrar en alguna tienda Zara y la mente se me llena de neblina, pierdo los papeles y pienso que soy una teenager de muy buen ver que se puede poner todos los cropped top del mundo mundial. ¡Y no me extraña! Los modelos que ha lanzado la firma española en su línea TRF son ideales. De crochet, en colores veraniegos, otros más clásicos y en tela de camisa. ¡Los quiero todos y cada uno de ellos!
Y me dejo embargar por la emoción del momento, voy al probador y me los pongo. Y el efecto no es el que me pensaba, pero pienso: ¡Bah! No voy bien vestida para la ocasión, seguro que en casa con unos shorts de tiro alto me queda divino. Y lo compro y llego a casa contenta, pero esa felicidad se desmorona al probármelos con esos shorts que creía que eran altos de cintura y ¡no! no funciona. Pero mi mente, que es retorcida, me dice aquello de: queda mucho para verano y me adelgazaré. Además, con la piel morena todo cambia...
Y llega el día X y mi fabuloso y maravilloso crop top se queda en el armario a la espera de que la operación bikini se haga efectiva, crezca unos centímetros por arte de magia o tenga el valor de lucirlo tal cuál. ¡Ahhh! Quién fuera joven y tuviera el vientre plano para lucirlos todos...
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