Joel Calata
EditorAsistir a una entrevista de trabajo puede parecer un campo de minas: quieres causar buena impresión, pero sin pasarte de artificial, por ello, es mejor estar preparado para todo tipo de preguntas que te puedan realizar, y una de ellas es de las más temidas por muchos aplicantes, ya que, si bien sabemos cómo resaltar lo positivo, la idea de hablar sobre nuestras debilidades nos deja fríos frente al reclutador.
Si te encuentras en este tipo de situaciones en donde sale a la conversión la cuestión sobre '¿cuáles son tus debilidades? La idea de ser "honesto, pero estratégico" suena casi como un mantra para salir airoso. Es decir, se trata de mostrar tus puntos fuertes con autenticidad, y tus debilidades con sentido: reconocerlas, pero sin que te hundan.
Daniela Delgado, Licenciada en Relaciones Laborales, habla acerca de cómo abordar este tipo de cuestiones donde se toca el tema de las fortalezas y debilidades: en lugar de caer en respuestas vagas tipo "soy trabajador/a", conviene afinar un poco más: "Me destaco por ser constante, por eso suelo cumplir los objetivos en tiempo y forma", así, una versión más profunda aporta credibilidad, es honesta y a la vez útil para el entrevistador.
Cómo mejorar el enfoque de las respuestas
En cuanto a las debilidades, el truco es reconocer un área de mejora y, lo más importante, mostrar lo que estás haciendo para superarla. Por ejemplo, en lugar de decir que "me gusta más trabajar solo", es mucho mejor plantearlo de otra manera: "A veces me cuesta delegar, pero he aprendido a confiar más en mi equipo". La clave no es tener una respuesta "perfecta", sino mostrar autoconocimiento y una actitud de mejora, como apunta la experta.
Foto de UK Black Tech en Unsplash
Algunas frases muy repetidas ya no funcionan bien. Por ejemplo, decir "soy muy perfeccionista" está bastante gastado. En su lugar, responder algo más realista y proactivo tendrá un mejor resultado: "Me esfuerzo por entregar trabajo de alta calidad, pero estoy aprendiendo a priorizar".
Otro punto importante: limita la cantidad de debilidades. No se trata de listar todos tus puntos débiles, sino de elegir uno o dos que puedas desarrollar con naturalidad, sin dramatismo y demostrando cómo los estás abordando.
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