Cuando se repasan las páginas de los informes más recientes sobre innovación, no siempre queda del todo claro qué se cuece fuera de nuestras fronteras a primera vista.
A veces basta con saltar unos cuantos grados de longitud hacia el este para comprobar que otros modelos están poniendo toda la carne en el asador para transformar sus economías, mientras aquí todavía debatimos qué deberíamos hacer con nuestras pequeñas y medianas empresas.
En España, voces expertas han insistido reiteradamente en la importancia de que las pymes aceleren su proceso de innovación para que el país pueda aspirar a ser un actor relevante en tecnología y soberanía estratégica. Según Paloma Domingo, directora adjunta de la Fundación General CSIC, hasta que las pymes no adopten tecnología y dejen de centrarse solo en su operación diaria, difícilmente se traducirá la excelente ciencia que se produce en nuestro país en avances comerciales y económicos palpables.
Esta brecha entre investigación y mercado es uno de los retos que subraya el Anuario de la Innovación en España 2025 y que requiere objetivos claros y financiación a largo plazo para cambiar el paradigma actual.
Ese retraso en la transferencia tecnológica y en el desarrollo de modelos de negocio escalables coloca a España en una situación peculiar: por un lado, hay crecimiento en el ecosistema emprendedor y en inversión dentro del segmento tecnológico, con capital extranjero cada vez más presente y el valor acumulado de startups que continúa duplicándose en los últimos años.
Pero por otro, la mayoría de las pymes siguen sin integrar plenamente tecnologías disruptivas ni consolidar estructuras que les permitan competir cara a cara con grandes hubs de innovación globales.
Foto de Wael Hneini en Unsplash
Mientras tanto, en Dubái se está apostando de manera mucho más decidida por integrar las startups tecnológicas dentro del núcleo de la estrategia económica. Organismos como Dubai SME y Bedayat han creado programas específicamente orientados a impulsar emprendedores locales en sectores tecnológicos y a alinearlos con la agenda económica de la ciudad, conocida como D33, que busca consolidar a Dubái como centro mundial de innovación y crecimiento económico sostenible.
El Emirati Tech Founder Program, una de estas iniciativas, ha reunido a decenas de startups tecnológicas emergentes para ofrecerles mentoría, apoyo en el desarrollo de producto y acceso a mercados reales, acompañándolas desde la concepción de la idea hasta su consolidación comercial. Ese tipo de apoyo intensivo, que incluye financiación para algunas de las iniciativas más prometedoras en áreas como inteligencia artificial, fintech o tecnologías medioambientales, ejemplifica cómo un ecosistema puede articular recursos públicos y privados en favor del emprendimiento tecnológico.
La diferencia de enfoques es evidente: mientras en España se debate sobre cómo facilitar que las pymes innoven y se conecten con la investigación científica para generar valor añadido, en Dubái se ha decidido construir una infraestructura estratégica que sitúe a las startups tecnológicas en el centro del proyecto económico y social.
La conclusión más clara es que el desarrollo de las pymes y de las startups tecnológicas no solo tiene implicaciones locales, sino que puede redefinir el papel de un país o una ciudad en la economía global del futuro.
Foto de Proxyclick Visitor Management System en Unsplash
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