Martha Stewart es, en EEUU, lo que Karlos Arguiñano en España. Ambos son iconos mediáticos en la gastronomía que llevan décadas enseñando cocina en televisión. Y lo hacen en base a dos cosas: que los platos que preparan estén ricos y que sean sencillos. Cuando encontramos una receta fácil es más probable que la probemos, y es justo eso lo que tenemos con estas galletas de chocolate y aceite de oliva de Martha Stewart.
Comenzamos como siempre tamizando los ingredientes secos, en este caso la harina, el bicarbonato y el cacao. Vamos a añadir después la sal y reservamos. En otro bol mezclamos el aceite de oliva con el azúcar, el huevo ligeramente batido, la miel y la vainilla. Con ayuda de unas varillas, vamos a mezclar muy bien todos estos ingredientes hasta que se integren. Cuando esté listo, añadimos la mezcla de harina en dos tandas y procurando no sobremezclar. Podemos usar una espátula para que la harina se integre pero sin pasarnos de movimiento para que no se desarrolle el gluten y queden unas galletas duras.
Hay un truco para conseguir que cualquier galleta de estilo tenga aún más sabor: enfriarlas antes de hornear. Yo siempre formo las bolas antes y las enfrío después, pero esta es una masa más flexible gracias al aceite de oliva y puedes enfriarlas primero y luego darles forma. Cuando las enfriamos en la nevera, la harina se hidrata más, mejorando la textura y el sabor. Si fueran galletas con mantequilla, esto serviría además para solidificar la grasa y que así en el horno no se extendieran tanto. En este caso, el aceite de oliva apenas cambia la solidez al enfriar, pero sí que se asientan más los sabores y se potencian.
La masa debe enfriar al menos media hora, pero puedes hacerla por la noche y tenerlas listas para hornear en el desayuno al día siguiente. Precalentamos el horno a 175ºC con calor arriba y abajo, y mientras, vamos a bolear las galletas. Con la masa fría, damos forma a pequeñas bolitas que redondeamos con las manos y pasaremos por azúcar granulado, que puede ser azúcar moreno como el que usa la chef.
Colocamos las bolas en una bandeja con papel de horno, separadas entre sí porque se aplanados al cocinarse, y volvemos a enfriar en la nevera unos 15 minutos para que ganen firmeza. Pasado el tiempo, horneamos durante 10 minutos o hasta que las galletas estén planas y los bordes crujientes. Dejamos enfriar en la bandeja un par de minutos y pasamos a una rejilla para que terminen de enfriarse.
No puedes decir que tiene dificultad porque no has tenido ni que sacar la batidora para montar unas claras a punto de nieve. Y lo mejor es que si las guardas en un recipiente hermético, te aguantan maravillosamente bien hasta una semana. Ya tienes merienda y desayuno para darte un capricho.
Fotos | Instagram @marthastewart
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