No soy una gran amante de las sopas, no me escondo. Me encantaría ser de las que en cuanto saca un jersey del armario porque empieza a hacer frío, también empieza a cenar sopas calentitas. Pero solo hay dos sopas que me enamoren: la de cocido y la sopa castellana que te traigo hoy. La segunda es la que más ceno en invierno porque además de ser facilísima de hacer, está buenísima y es un abrazo en toda regla. La aprendí de mi madre y ella, de la suya, así que además de ser una receta tradicional es un legado familiar que guardo y conservo con muchísimo cariño.
La sopa castellana o sopa de ajo, es un clásico de la gastronomía de Castilla y León y popular en la cocina extremeña, en la andaluza y en la valenciana. Se trata de una receta de aprovechamiento del pan que ha sobrado otros días tan fácil de hacer que parece una broma que consiga estar así de buena con solo combinar cuatro ingredientes esenciales: ajo, pan, pimentón dulce y huevo. Eso sí, cuanto mejor sea el pan, más rica estará la sopa, así que si puedes, usa un pan de hogaza. Para la receta más básica no necesitarías nada más, pero a mí me gusta ponerle un extra de umami y de salinidad con jamón serrano para darle un toque diferente.
Cómo hacer sopa castellana o sopas de ajo
Para dos personas necesitarías unos 150 gramos de pan de hogaza del día anterior, cuatro dientes de ajo, una cucharada de pimentón dulce, tres huevos y aceite de oliva. Como te decía, yo le añado unos tacos de jamón, pero puedes omitirlos si quieres una receta vegetariana. Necesitaríamos además agua o caldo. Si usamos caldo puede ser de pollo o de verduras, pero podrías usar agua. El resultado es algo menos sabroso pero igualmente bueno.
Comenzamos por laminar los dientes de ajo y sofreírlos en una cacerola a fuego suave con un buen chorro de aceite, para que vayan soltando su aroma. Las recetas más tradicionales te dirán que el pan tiene que freírse, pero eso implica que tendremos una receta con mucha más grasa. Yo tengo un truco que aligera mucho: tostar el pan en la freidora de aire o en el horno. Lo que hago es cortar el pan en láminas no muy finas que pongo en la freidora de aire (o en el horno) hasta que cogen color. Cuidado con ellas, es importante que las vigiles bien porque se pueden quemar fácilmente. También puedes tostarlo en una sartén con una pizca de aceite (como tostarías el pan de una hamburguesa, por ejemplo), de nuevo en láminas no demasiado finas.
Cuando el ajo esté dorado, añadimos los tacos de jamón y movemos. No dejes que se hagan demasiado, solo queremos que le den sabor al aceite. Apartamos del fuego y añadimos el pimentón dejando que se rehogue unos segundos para acto seguido añadir el pan tostado. Movemos muy bien para que se integre todo sin que se queme y añadimos medio litro de caldo o agua. Volvemos a poner al fuego y dejamos que cueza a fuego bajo durante 10 ó 15 minutos, hasta que el pan se hidrate. Es el momento de rectificar de sal si hiciera falta.
Solo nos queda apagar el fuego y añadir los huevos ligeramente batidos, moviendo la sopa para que con el calor que tiene se cuajen sin pasarse de cocción. Servimos inmediatamente y a disfrutar. Como bien dice mi amiga Pepa López, “es la mejor sopa del mundo y no admito discusión”. No podría estar más de acuerdo con ella.
Fotos | Directo al Paladar
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