Ni cocido ni sopa juliana, el plato reconfortante y reconstituyente más preciado en la actualidad (aunque se lleve preparando desde la prehistoria) es el caldo de huesos. Seguro que, aunque no lo hayas probado, has oído hablar de él en alguna ocasión porque es bajo en calorías (de las cuales, la mayoría son proteínas) y se le atribuyen tantas propiedades que casi parece milagroso.
Aunque, por ahora, los beneficios que sí ha podido demostrar la ciencia son sus propiedades antiinflamatorias para disminuir los síntomas de la colitis ulcerosa y la ralentización de la progresión de la osteoporosis. Y es que se trata de un caldo rico en colágeno y proteínas, así como en micronutrientes (minoácidos, potasio, calcio, magnesio, fósforo, hierro, selenio, vitamina A y algunas vitaminas del grupo B). Además, con su sabor intenso, es una magnífica base de sopas, guisos y arroces. Encima, la receta no puede ser más fácil.
Lo primero de todo es lavar bien los huesos y colocarlos en la bandeja del horno. Después, los tostamos a 180ºC durante 15 minutos. De este modo, el caldo adquirirá un bonito color tostado y tendrá más sabor. La diferencia se nota.
A continuación, ponemos nuestros huesos tostados en la CrockPot (o en la olla que vayáis a utilizar) y llenamos con toda el agua que nos quepa. En total, cuatro o cinco litros sería lo ideal. Encendemos la CrockPot en "Alta" y dejamos que cueza durante 24 horas. Eso sí, transcurridas las primeras cinco o seis horas, destapamos y retiramos con un colador la espuma y exceso de grasa. Es entonces cuando podemos pasar a cocción en "Baja" y dejarlo así las 18 horas restantes.
En el caso de hacerlo en olla convencional, hay que cocer vigilando para que no falte el líquido. Al ser una cocción tan larga, hay que tener especial cuidado durante la noche, manteniendo el fuego al mínimo y cubriendo casi completamente la olla para que no haya apenas evaporación, además de rellenar con agua de vez en cuando.
Si se prepara este caldo en olla rápida, será suficiente con una cocción de dos horas poniendo la presión en el nivel más bajo. El resultado será un caldo de sabor intenso, aunque más "turbio" que el que se obtiene con una cocción como la que resulta de la Crockpot.
Se cual sea el sistema usado, al terminar, retiramos los huesos y colamos el caldo pasándolo a una cacerola normal. El caldo de huesos lo podemos consumir en el momento o guardarlo en la nevera durante dos o tres días. Incluso se puede congelar en frascos para consumir más adelante.
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