Arranca la temporada de festivales de música y con ella nuestras mejores anécdotas del verano empiezan a cocinarse poco a poco esperando impacientes esa fecha tan señalada en nuestro calendario. Disfrutar de unos días de conciertos interrumpidos de nuestros grupos favoritos junto a la compañía de nuestras amigas es nuestra clara definición de felicidad, pero es que a veces la emoción del momento hace que hagamos nuestra maleta a prisas, sin pensar demasiado en esos imprescindibles que no podrían faltar esos días. Para que esto no te ocurra, te dejo un par de trucos que van a mejorar tu experiencia.
El clave fashion
A veces el look festivalero se nos va un tanto de las manos y esa ansia por mimetizarnos con la temática del lugar tiende a primar sobre la comodidad. Desde aquí insisto en que por mucho que quieras ponerte unas botas cowboy y sentir que estás en Coachella, o decantarte por unas sandalias porque "es lo que mejor combina con tu vestido boho-chic", la verdad es que en un festival en pleno mes de julio o agosto, no hay mejor opción que calzarse unas zapatillas de confianza. Nada de estrenarlas el día antes. Hablo de las viejas conocidas.
Esto no quiere decir que tengas que renunciar a un outfit ideal. Desde aquí apuesto por combinar las sneakers con unas bermudas de Adidas y un tank top, inclinándonos por una estética más moderna. Pero también puedes optar por una mini falda globo o los clásicos shorts al más puro estilo Y2K. Eso sí, es imprescindible tener en cuenta la ubicación del festival. No es lo mismo uno en Santander, donde una chaqueta por la noche y un chubasquero plegable en el bolso son innegociables, que uno en Alicante, donde la la parte de arriba del bikini puede ser tu mejor aliada junto a un pantalón corto estilo boker y un bucket hat.
Qué llevo en mi bolso de festival
Por mucho que insistan en llevar una riñonera para los festivales, me vais a permitir que como buena fashion victim no esté dispuesta a pasar por ese aro. Para ello me inclino por bolsos cruzados u opciones al hombro que no sean rígidas. Aquí las propuestas de tela, a poder ser sin cadenas y que pesen poco, son lo ideal, como esta de Parfois. Luego ya iremos añadiendo básicos como un paquete de pañuelos, otro de toallitas húmedas, una cámara analógica para inmortalizar los mejores momentos, un protector impermeable para meter el móvil, tiritas y una pinza para el pelo.
Tampoco puede faltar una minitalla de nuestra crema de sol favorita para reaplicarnos el SPF y evitar quemaduras. Una batería portátil, porque seguramente pases toda la jornada fuera del hotel o el camping y unas gafas de sol. Si eres especialmente presumida y piensas en llevar polvos para retocarte el maquillaje, desde aquí insisto en que optes por un buen spray sellador que fije bien tu makeup antes de pisar el recinto de conciertos y de olvides del resto. Un lip combo sí, lo demás es innecesario.
El móvil como aliado no como objeto imprescindible
Pocas cosas me molestan más que esas personas que en cuento empieza un concierto no paran de grabar desde la primera canción hasta la última. No seré yo quien reniegue de hacer un pequeño vídeo de tu single favorito y colgarlo en redes, pero nada como olvidarse de la existencia del smartphone y abandonarse a gritar y bailar con tus amigas vuestras canciones favoritas. Claro que luego no podrán faltar unas cuantas fotos en conjunto presumiendo de looks festivaleros. Pero que tu preocupación no sea compartir en redes al instante todo lo que está sucediendo. Jamás tenemos fotos de los mejores momentos de nuestra vida y eso es porque los estábamos viviendo, no filmando.
Fotos | Noland Live en Pexels
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