Que es el síndrome del Niño hiperregalado y cómo combatirlo en Reyes con la regla de los cuatro regalos

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El gasto navideño por hogar para este año, según el informe de Deloitte España, se ha estimado en 631 euros. Siendo los regalos, con un presupuesto de 240 euros, la categoría que se lleva la mayor tajada del pastel. Se trata de una cifra muy similar a la que ya determinó el estudio europeo Tendencias de consumo en Navidad del 2018 de eBay: 258 euros en regalos, de los que más de la mitad (166€) se destinarían a presentes para los más pequeños de la casa. Sin embargo, a puertas de una nueva visita de los Reyes Magos de Oriente, y aunque pueda parecer que más es mejor, excederse regalándoles puede tener consecuencias tan nefastas como las del síndrome del niño hiperregalado.

Las Navidades son dos semanas en las que los niños reciben un aluvión de regalos de Papá Noel y los Reyes Magos de parte de padres, tíos, abuelos... la cantidad de cosas nuevas que pueden llegar a acumular en tan corto periodo de tiempo podría calificarse de avalancha. Y los expertos alertan de que esta situación no solo provoca que los más pequeños se desconcentren y vivan en una tensión continua sino que también se sienten frustrados cuando no reciben lo que han pedido.

Tu hijo/sobrino/primo/retoño de tu mejor amiga ha recibido un regalo no incluido en su lista de deseos y, lejos de alegrarse por la ofrenda, ha pillado una rabieta épica porque no quería aquello que se escondía bajo el papel de envolver. ¿Te suena? Es una escena habitual estas fechas. Según afirma Francesc Núñez, sociólogo de la UOC: "Se regala mucho más de lo necesario y más de lo que la emotividad de un niño puede aceptar".

Algunas fuentes apuntan a que por Navidad los niños reciben diez veces más regalos de los que necesitan, lo que provocaría, entre otras cosas, que los niños no aprecien los regalos, pierdan la ilusión y que se vuelvan caprichosos, egoístas y consumistas.

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En qué consiste el síndrome del niño hiperregalado

Aunque es normal que los niños deseen cosas, porque es la dinámica de las sociedades consumistas y por lo tanto ellos piden sin medida, los padres, según afirma el sociólogo "son incapaces de contenerse y de asumir las consecuencias que puede tener negar regalos a los hijos. Prefieren claudicar ante las protestas de los hijos o bien ceder a la satisfacción propia que les da contribuir a los deseos de los hijos".

No obstante, esto hace que acaben tan saturados que hay una pérdida de ilusión. "Esto se explica en parte por la ley del rendimiento decreciente: el sexto regalo no les hace la misma ilusión que el primero y así sucesivamente", explica el experto. Y añade: "El mecanismo de las sociedades consumistas es anhelar y generar expectativas y placer hacia los objetos. Esto hace que muchos de los regalos que los más pequeños piden sean anhelos momentáneos en vez de necesidades objetivas y que su satisfacción sea de corta duración y más relacionada con tener aquel objeto que con disfrutarlo".

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Además, si un niño es demasiado regalado, el día que no reciba tantos regalos quedará frustrado e insatisfecho. Y es que, según el experto, los niños no valoran los regalos por su uso o por su valor simbólico, sino por la cantidad recibida. Lo que puede hacer que se conviertan en individuos exigentes y egocéntricos. Pero no está todo perdido. Contra el síndrome del niño hiperregalado podemos aplicar la regla de los cuatro regalos.

La regla de los cuatro regalos

La publicidad, la sociedad y la época navideña hacen de los más pequeños un consumidor en el centro de las miradas de las grandes marcas. "El consumidor infantil es muy visible, hay mucha publicidad que se dirige a ellos aunque realmente no serán los que comprarán el producto; pero su capacidad para  influir en la decisión de compra es muy alta", afirma por su parte Neus Soler, profesora de Marketing de la UOC. Así que, aunque la causas nazcan del sistema, la familia puede actuar con conciencia al respecto.

La propuesta para intentar minimizar la saturación de los niños se basa en limitar el número de objetos que los niños reciben. Estos deben, además, encajar en cuatro categorías distintas: algo para leer; algo que puedan ponerse (zapatos, ropa, complementos…) algo que realmente necesiten (como una mochila nueva, por ejemplo, y finalmente algo que deseen. Núñez afirma que esta "es una manera de poner sensatez y buscar una lógica que sea aceptable para las familias para poner límites a esta situación".

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