Esto es lo que sabe la ciencia sobre la dieta GAPS y por qué no deberíamos seguirla para perder peso

Esto es lo que sabe la ciencia sobre la dieta GAPS y por qué no deberíamos seguirla para perder peso

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No hay principio de curso que se precie sin un aumento en las búsquedas de dietas en Internet. Este año no es diferente a los demás - al menos no en eso - y ya conocemos cuáles son algunas de las más buscadas. Entre ellas, se encuentra la dieta GAPS, que se creo para aliviar los síntomas de la enfermedad inflamatoria intestinal, así como mejorar - según sus defensores - los síntomas de trastornos como el autismo. Si embargo, se trata de una dieta controvertida por varios motivos.

Qué es y en qué consiste la dieta GAPS

Las siglas GAPS son un acrónimo para Gut and Psychology Syndrome que, básicamente, significa "síndrome psico-intestinal". Se trata de una dieta creada por Natasha Campbell, neuróloga y neurocirujana, y cuyo concepto deriva de otra dieta conocida como "dieta de carbohidratos específicos" (SCD).

La finalidad original de esta dieta es ayudar a mejorar la composición del microbiota intestinal. Para ello, la idea detrás de esta dieta es que se eliminen los alimentos que puedan resultar más difíciles de digerir o que pudieran tener un efecto en la flora intestinal. Al mismo tiempo, buscaría que cambiáramos esos alimentos por otros muy altos en nutrientes.

Además de esto, esta dieta estaría creada con el fin de ayudar a desintoxicar a la persona que la siga, liberándonos de tóxicos artificiales, de esta manera, en teoría, no solo limpiaríamos nuestro organismo, si no también el cerebro, permitiendo que este se desarrolle y funcione adecuadamente. Todo esto es la teoría.

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Cómo se realiza la dieta GAPS

Es por ello que la dieta GAPS restringe de manera importante los alimentos que podemos consumir. Entre ellos, no se podrían consumir granos, carbohidratos refinados, azúcares, alimentos procesados o verduras que tengan almidón. Al mismo tiempo se anima al consumo de alimento fermentados, carne, pescado, marisco, yogur, huevos, caldo casero hecho con huesos, frutos secos y alimentos ricos en grasas como el aceite de coco.

Además de esto, se recomienda que se consuman, preferiblemente, alimentos orgánicos, caldo casero en todas las comidas y evitar la fruta con las comidas, así como consumir batidos y zumos de frutas para para ayudar en dicha desintoxicación.

Esta dieta se haría en dos fases: la primera sería de introducción donde se introduce a la persona a la dieta y se desarrolla en seis etapas que se completarían en un plazo de entre tres y seis semanas, y una segunda fase en la que ya hacemos la dieta por completo por, al menos, 18-24 meses. La introducción sería necesaria para personas que tengan problemas digestivos serios, diarreas, dolor, etc.

Una vez pasado ese tiempo, y recuperada la salud intestinal, se realiza la reintroducción de otros alimentos, de modo que poco a poco se vuelva a comer de forma normal.

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No hay evidencias de su eficacia y no debería usarse para perder peso

La realidad es que no hay prácticamente investigaciones realizadas con respecto a la eficacia de la dieta GAPS para mejorar los problemas estomacales y los de salud cerebral asociados. Aunque existen investigaciones que relacionan el bienestar de nuestro intestino con la salud mental y otros que señalan que un cambio de dieta puede influir en la mejora de los síntomas de enfermedades como el autismo, no hay evidencias concretas que hablen de la dieta GAPS.

Lo que sí sabemos es que no hay ninguna evidencia de que nuestro organismo necesito desintoxicarse. De hecho, uno de los reclamos de esta dieta es que absorbemos tóxicos artificiales y esto nos hace, de alguna manera, enfermar. La realidad es que, en nuestro país, todos los ingredientes químicos utilizados están regulados de manera que sean absolutamente seguros.

Pero es que, nutricionalmente hablando, resulta una dieta muy restrictiva y no solo en alimentos poco saludables - como los azúcares o ultraprocesados - pero también en otros nutritivos y perfectamente saludables como los granos, las verduras o la fruta. Además, recomienda el consumo de alimentos como los zumos de frutas que no son recomendables nutricionalmente hablando, ya que al hacer zumo con las frutas la fructosa se comporta, esencialmente, como azúcar libre, debido a la pérdida de la fibra.

Es una dieta con una duración muy larga y muy restrictiva, de manera que puede suponer un riesgo de malnutrición, especialmente en niños. Nadie debería hacer esta dieta sin indicación clara de su médico. Y, por supuesto, tampoco hay ninguna evidencia de que nos pueda ayudar a perder peso - no es una dieta pensada para eso -  y no deberíamos usarlas con ese fin.

Imágenes |Unsplash

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