Si hay un lugar en el que el silencio no siempre significa calma es en los pasillos de una mansión heredada. 'Delirium' arranca con una premisa sencilla del cine de terror: un hombre que acaba de salir de una institución mental se instala en la enorme casa familiar tras la muerte de sus padres. Pero lo que debería ser un nuevo comienzo se convierte en una larga conversación con sus propios fantasmas… o quizá con los de la casa.
Dirigida por Dennis Iliadis (el mismo de 'La última casa a la izquierda') y producida por Blumhouse y Appian Way (la productora de Leonardo DiCaprio), la película se mueve en ese terreno incómodo donde el terror deja de ser mero espectáculo y entretenimiento para convertirse en algo mucho más íntimo.
Es una película en la que no hay grandes sobresaltos ni litros de sangre, pero sí una sensación constante de que algo no va bien: puertas que se abren solas, pasillos que parecen más largos de lo normal y una mente desajustada que ya no distingue entre culpa, memoria y alucinación.
Topher Grace encarna al protagonista y sostiene la historia casi por completo él solo, interpretando a un hombre que ha pasado veinte años encerrado en una institución mental y vuelve a un mundo que ya no reconoce. Su actuación, temblorosa y contenida, consigue que incluso los silencios parezcan un grito. Patricia Clarkson, el nombre más conocido del reparto, aporta por su lado un toque extra de ambigüedad que hace al espectador dudar de todo, incluso de lo que vemos.
Más que una película de miedo, en realidad 'Delirium' es un retrato del aislamiento. Esa casa fría, vacía y llena de habitaciones que esconden recuerdos se convierte en un personaje más, reflejando el deterioro mental del protagonista. Para transmitirlo, ese espacio cerrado se filma sin artificios, dejando que la luz cree unas sombras que hablan por sí solas. El resultado es un ambiente opresivo que recuerda a clásicos del terror psicológico como 'Los Otros' o 'El resplandor', aunque con un tono más introspectivo.
A medida que avanza la trama, el misterio se va volviendo más confuso, y lo que parecía una historia sobrenatural empieza a rozar lo mental. Esa ambigüedad y la pregunta de si es la casa o es su mente es la que mantiene la tensión, incluso cuando el guion se dispersa. Porque hay algo hipnótico en ver cómo el protagonista intenta distinguir entre la realidad y su propio delirio, y cómo intenta desesperadamente entender.
En sus mejores momentos, 'Delirium' logra que el espectador sienta lo mismo que el personaje: la soledad, la sospecha, la sensación de estar siendo observado por algo invisible. Y aunque el tramo final se vuelve algo predecible, la película también tiene un gran plot twist. Al final, siempre es gratificante una historia que deja un poso de inquietud que no depende del susto, sino de la duda.
No es una obra maestra, pero sí una de esas cintas que se disfrutan en la penumbra de casa para pasar el rato y descansar el fin de semana. Quizá por eso, a pesar de haberse estrenado en 2018, es ahora ha encontrado ahora su momento en Netflix y ha entrado al segundo puesto de las películas más vistas de la plataforma.
Fotos | Netflix
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