Este verano me he pegado un viajazo por varias islas griegas, algunas más conocidas y otras menos turísticas. Lo que tenía clarísimo es que quería terminar el recorrido en Mykonos, la 'joya de las Cícladas' que (claramente) había idealizado por completo. No vayáis, por favor os lo pido, es uno de los peores lugares en los que he estado en mi vida.
Cuando te dicen que las expectativas nunca son buenas, tienen razón. Yo de Mykonos esperaba todo: atardeceres eternos sobre el mar Egeo, callejuelas y rincones mágicos, comida espectacular y un buen cocktail de despedida. Cuidado con lo que deseas, porque lo tuve todo, pero en la peor versión imaginable.
Una calle que conseguí fotografiar vacía tras esperar más de 20 minutos
El pueblo es precioso, lleno de casitas bajas blancas con puertas y ventanas de colores decoradas con buganvillas. Sin embargo, aunque los griegos no lo vayan contando, esto no es exclusivo de Mykonos ycasi todos los pueblos pesqueros de Grecia son así. De hecho, en islas como Milos o Syros son mucho más locales y auténticos, mientras que aquí parecen un decorado hecho para la foto de Instagram.
En ese casco antiguo ya no vive nadie, solo hay hoteles, cafeterías de brunch y tiendas de recuerdos que han gentrificado todo al 1000% y expulsado a los vecinos. Y a los gatos, porque en el centro de Mykonos apenas ves uno de los habitantes peluditos más típicos de Grecia que en otros lugares sí pululan a sus anchas. El comercio ha tomado tantísimo el control que incluso han puesto bancos ocupando media calle de "uso exclusivo" para clientes. Si no consumes, a veces no puedes ni cruzar.
Lo que parece: un rinconcito encantador de Mykonos. Lo que es: la terraza de un hotel.
Esta gentrificación se traduce, por supuesto, en una masificación que ahoga. Hablo de riadas de personas moviéndose en una sola dirección que te obligan a cambiar de calle si quieres ir hacia el otro lado. No hay horas puntas, hay multitudes a cualquier hora del día o de la noche. La cantidad de gente es abrumadora, no puedes disfrutar del encanto de los callejones, porque se pierde por completo. Tampoco puedes gozar un atardecer: son bonitos, pero hay cientos de personas con el móvil grabándolo delante tuyo. En definidas cuentas, es demasiado.
POV: Yo en una terraza con vistas al atardecer. El atardecer 'not found'
Y esto me lleva al siguiente horror: el ruido. Soy una persona que ha crecido y vivido en Chueca la mayor parte de su vida. Vamos, que estoy habituada al ruido de discotecas, borrachos y botellones y lo tolero con facilidad. Lo de Mykonos es next level. La música de las discotecas suena como si estuviera en tu habitación, la gente bebe en la calle a gritos, en calles estrechas que no dejan pasar el viento que mitigue el ruido.
Allí pasé la peor noche de mi vida: con las ventanas cerradas y tapones en los oídos no solo era imposible dormir, también escuchar la televisión o a alguien al teléfono. Me alojé en un hotel boutique de cuatro estrellas, pero era como intentar conciliar el sueño en medio de Pachá. Vale que sea la 'Ibiza de Grecia', pero yo esto en un hotel de Ibiza no lo he visto.
El sobreturismo de Mykonos. Créditos: Greek Reporter
Por supuesto, cuanto más turismo más menús turísticos de precios inflados, platos de postureo y comida tradicional que huele a congelada. En Grecia se come bien en cualquier sitio, pero pagar 8 euros por un café solo ocurre en Mykonos.
Así luce el fondo marino de la playa urbana de Mykonos. Foto: All For Blue, organización para la conservación del medioambiente.
Podría salvarse la playa de Mykonos, que de lejos se ve de un azul turquesa imponente y precioso. Pero cuando te acercas a darte un chapuzón para huir del calor, te encuentras con que la arena está llena de colillas y el fondo marino repleto de plásticos y basura. Cogieron su paraíso y lo convirtieron en una escombrera.
Puede que en su momento fuera el sueño griego, pero ahora es la peor pesadilla. Si te planteas visitar las islas griegas, te recomiendo que busques alternativas más auténticas y locales como Syros, con playas preciosas, gente amable, precios normales y un ambiente mucho más real.
Fotos | @pepatatas, Greek Reporter, @allforblueorg.
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