William Shakespeare escribió en Como gustéis (en inglés, As You Like It) en 1599 que “mientras el necio se cree sabio, el sabio sabe que él mismo es un necio”. Es lo que se conoce como el efecto Dunning-Kruger, que a mí me gusta llamar “síndrome del cuñado”, un sesgo cognitivo que afirma que “cuanto menos sabemos de una cosa, menos conscientes somos de que no sabemos”. Es decir, es una forma de pensar y juzgar erróneamente que nos hace creer que sabemos más de lo que en realidad sabemos.
El cuñado que cuanto menos sabe, más listo se cree.
Una cosa es que te consideres inteligente. Otra, que lo seas. Puedes pensar que tienes esa virtud, estar segura incluso. O al contrario. Es posible que pienses que no eres alguien inteligente. Tal vez has pensado incluso que eres rara, diferente a los demás. Pero es posible que eso que piensas que son rarezas sean en realidad “signos” de inteligencia, como le pasaba a Matilda.
Voy a partir de la base de que la inteligencia, tal y como nos explica nuestra experta Iria Reguera, psicóloga y redactora jefe de Trendencias, “no deja de ser un constructo y no está bien definida”. Sí hay expertos como Howard Gardner, ganador del Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 2011, que afirman que existen diferentes tipos de inteligencias según la teoría de la inteligencia múltiple. Pero es un concepto algo abstracto, nada tangible y que, realmente, no es medible.
De hecho, para entender la complejidad de esto, te contaré que hace unos años existía una teoría del desarrollo de la diferencia intelectual entre sexos que afirmaba que las niñas son más inteligentes y creativas en la infancia y adolescencia, y los niños adquieren más capacidad intelectual con los años. Pero este estudio de He Wu-Jing, especialista en psicología, concluyó que la creatividad en las jóvenes puede ser igual o mayor que en los jóvenes, y que el desarrollo de la misma no es como se decía en un principio. No existe ese sesgo por sexo.
Aún queda mucho por estudiar en cuanto a inteligencia y esto es un sencillo ejemplo de ello. Te cuento todo esto, además de porque son datos curiosos y eso nunca sobra, porque según el efecto descrito por los psicólogos sociales David Dunning y Justin Kruger y la reflexión de Shakespeare, si dudamos de nuestro propio intelecto, es posible que seamos más inteligentes. Cómo Sócrates, y su “solo sé que no sé nada”.
No es necesario tener un coeficiente intelectual alto para ser considerado una persona inteligente. De hecho, la Doctora en psicología clínica Catherine Jackson, explica que “una persona inteligente es aquella que es flexible en su forma de pensar y puede adaptarse a los cambios, piensa antes de hablar o actuar, y es capaz de manejar sus emociones de manera efectiva”. No habla de saber hacer raíces cuadradas, de la capacidad de escribir un libro ni de ser capaz de entender el final de las películas de Christopher Nolan.
Si seguimos esa línea, muchas personas ni siquiera se dan cuenta de lo inteligentes que son. Y hay ciertos rasgos o señales que podrían indicar que tú, amiga, no eres rara, sino más inteligente que la mayoría de personas. No son inventados, están basados en estudios científicos que se asocian con un cerebro superior al de la media. No significa que quienes no eres inteligente si no lo tienes, igual que tampoco implica que tenerlos nos convierta en superdotadas. Pero están asociados con personas más inteligentes.
Eres solitaria
Ya te explicamos el efecto de la soledad en el cerebro y ahora te decimos que las personas más inteligentes tienden a ser más solitarias. Es lo que sugiere esta investigación publicada en el British Journal of Psychology que encontró que las personas inteligentes son menos felices cuando pasan más tiempo con sus amigos.
La psicología evolutiva afirma que las personas evolucionaron para ser inteligentes con el fin de resolver problemas complejos. Si hacemos caso a esta vertiente psicológica, aquellas personas capaces de enfrentarse a los desafíos sin necesidad de ayuda, en soledad, son percibidos como más inteligentes.
Eres perezosa
Bill Gates decía que siempre eligiría a una persona perezosa para hacer un trabajo difícil “porque encontrará la manera fácil de hacerlo". Pues la ciencia está de acuerdo. Cuanta más pereza hay en ti, más inteligente eres según numerosos estudios como este publicado en Journal of health psychology, o este otro publicado en Psychological Science.
Eres creativa
Te hemos contado que el aburrimiento es la llave para potenciar nuestra creatividad según la ciencia. Y ahora te decimos que la creatividad es necesaria si hablamos de alguien inteligente. Puede que pienses diferente al resto de personas y tus soluciones a los problemas, sean hasta rarunas a ojos de terceros.
Las personas creativas, buscan diferentes soluciones para el mismo problema, y eso es una señal de inteligencia. Si eres una persona creativa, o puedes no ser inteligente.
Eres empática
Si entendemos la empatía como “la capacidad que tenemos las personas para entender los sentimientos y las emociones de las otras personas, sin que tengamos que estar de acuerdo con ellas o pensar igual”, tal y como nos explicaba Iria Reguera aquí, entenderemos que es uno de los componentes clave de la inteligencia emocional.
Además, tener una mentalidad flexible y abierta, lo que los expertos llaman el aperturismo, está altamente vinculado a la curiosidad intelectual, la creatividad y la imaginación. Y no puedes ser empática sin tener una mente abierta.
Eres curiosa
Según este estudio publicado en la revista Neuron, la curiosidad se relaciona de una forma directa con una alta memoria y una gran capacidad de aprendizaje y ambas se vinculan con el concepto de inteligencia. Albert Einstein decía de él mismo que no tenía talentos especiales, “solo soy apasionadamente curioso”.
El Dr Matthias Gruber explicaba en una charla TED “la curiosidad puede poner al cerebro en un estado que le permita aprender y retener cualquier tipo de información, como un vórtice que absorbe lo que está motivado para aprender, y también todo lo que lo rodea”, es decir, las personas curiosas retienen mejor la información.
Eres resiliente y te adaptas al cambio
Stephen Hawking afirmaba que “el logro de adaptarnos al cambio no es más que inteligencia”. La adaptabilidad como método para superar obstáculos, es una habilidad propia de las personas inteligentes. Esa capacidad de adaptación ante los cambios, la conocida como resiliencia, no es solo una de las habilidades blandas más prácticas para nuestro día a día, es un signo inequívoco de resiliencia.
Tienes una gran memoria
Si la inteligencia es la capacidad para resolver problemas, la memoria nos ayuda a recordar los datos del problema. Podríamos decir que la memoria es un instrumento de la inteligencia, así que si tienes mucho de lo primero, es más que posible que lo segundo también abunde.
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Fotos | Matilda
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