Es ella, de nuevo y de rojo. Aunque la portada nos evoque el Lady in Red de Chris de Burgh, el estilo de la Gaga no es tan melódico, tan retro ni tan romántico. Y tampoco lo es su portada, en la que una vez más nos muestra que ella es puro artificio.
Cuando hablamos de Lady Gaga, que de Lady remilgada tiene poco, siempre hablamos de un personaje para el que es más relevante lo que se pone que lo que muestra su rostro. Y con un sombrero a lo sombrerero loco de Alicia nos mira altiva desde la portada de enero de Vanity Fair.
Ella es tan divina que ya hasta diseña objetos de regalo y la dejan la quinta planta de Barneys enterita para tal menester, con el gusto que siempre se ha gastado Barneys, y allí los muestra y los vende. Otra excusa más para visitar la gran manzana en esta época … ¿o más bien lo contrario?
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