Instagram se ha propuesto luchar también contra la anorexia y la bulimia: a partir de ahora censurará todas las fotos que las inciten

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Instagram no solo está tomando medidas en la lucha contra el bullying. La incitación a la anorexia en las redes sociales es un problema que Facebook e Instagram también están intentando atajar. El último cambio que han introducido es la censura de imágenes que contengan costillas marcadas, barrigas con forma cóncava y los llamados "thigh gaps" o hueco entre los muslos.

Instagram, en especial, se ha convertido en la red social más perjudicada por este fenómeno debido a su naturaleza fotográfica y a la facilidad que ofrece a la hora de buscar y llegar al contenido mediante sus hashtags.

Una simple búsqueda del tag "anorexia" arroja más de cinco millones de publicaciones, aunque el verdadero problema al que se enfrentan las plataformas reside en la jerga cambiante que usan las comunidades Pro-Ana y Pro-Mia para propagar su contenido saltándose todos los filtros.

Por ejemplo, una de las maneras más frecuente de saltarse estos filtros, tanto en Instagram como en otras redes sociales, es escribir mal deliberadamente el hashtag.

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Con el objetivo de evitar que personas con anorexia o bulimia usen la red social para para compartir experiencias, fórmulas y competiciones para adelgazar, Instagram tiene una lista de etiquetas que no se pueden usar y ha agregado advertencias a otras que podrían usarse para promover malos hábitos alimenticios. En ellas explican el peligro de acceder a ciertos contenidos cuando los buscamos y ofrecen consejos para obtener ayuda. 

Screenshot 20190715 112225 Instagram

Las herramientas que Facebook y su filial usan para detectar este tipo de contenido es el aprendizaje automático y las denuncias de otros usuarios. No disponen de moderadores que se encarguen de buscar de manera activa el contenido que incumple sus normas comunitarias sino que solo revisan lo denunciado.

Sin embargo, organizaciones de personas que sufren de anorexia y bulimia siguen pidiendo a las redes sociales más responsabilidad frente a la dificultad que tienen los algoritmos para detectar el contenido dañino, pudiendo llegar incluso a promocionarlo y sugerirlo a sus usuarios de forma involuntaria.

Los trastornos alimenticios afectan, además, a los grupos de edad más activos en redes sociales. Según datos de Adeslas, la edad de inicio de la anorexia nerviosa está entre los 13 y los 18 años, mientras que la bulimia suele aparecer entre los 18 y 25 años.

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Aunque Instagram y Facebook prohíbe en sus normas el contenido que "promueva o glorifique los desórdenes alimenticios", desde la empresa, han asumido públicamente la complejidad del problema y, asesorados por los expertos con los que trabajan, apuestan por seguir como estrategia el ofrecer ayuda para facilitar la recuperación

Siguiendo esta línea, el Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona abrió en marzo una cuenta en Instagram que funciona como herramienta terapéutica  para el tratamiento de este tipo de trastornos alimenticios.  

 

El contenido corre a cargo de treinta jóvenes de entre 9 y 17 años que padecen anorexia y bulimia. El objetivo: concienciar del problema, aumentar la motivación para realizar cambios y ofrecer un discurso alternativo al de los perfiles Pro-Ana y Pro-Mia.  

Fotos | Netflix

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