Anabel Palomares
EditorLa capacidad de manejar conversaciones difíciles es un sinónimo de nuestra madurez emocional porque cuando las tenemos, no solo se pone a prueba nuestra comprensión sino nuestra empatía y capacidad de escucha. Estas conversaciones ponen a prueba tu inteligencia emocional y si no puedes con ellas, tal vez tengas menos madurez de la creías según la psicología.
Los desacuerdos
El psicólogo Carl Rogers aseguraba que la principal barrera para la comunicación interpersonal “es nuestra tendencia natural a juzgar, evaluar, aprobar o desaprobar lo que dice la otra persona o el otro grupo”. Por eso saber manejar los desacuerdos es tan importante si hablamos de madurez. Si cuando alguien te dice que no está de acuerdo con lo que has dicho, te pones a la defensiva o lo ves como un ataque personal es que no entiendes que cada persona tiene perspectivas diferentes. Aceptar que existe una diversidad de pensamiento sin perder la calma ni recurrir a ataques personales es inteligencia emocional.
Nuestros errores
Clara Delgado, psicóloga, aseguraba que "no pasa nada por cometer errores, siempre y cuando sepamos aprender de ellos. Equivocarse es un arma poderosa para evitar que se vuelva a repetir un escenario parecido, adquirir aprendizaje y conocernos mejor a nosotros mismos". Si no puedes tener una conversación en la que admitas tus errores, te disculpes sinceramente y trates de arreglar el daño, quizá es el momento de reevaluar en qué punto de madurez emocional estás.
El psicólogo Albert Ellis dijo que “los mejores años de tu vida son aquellos en los que decides que tus problemas son tuyos. No culpas a tu madre, a la ecología ni al presidente. Te das cuenta de que controlas tu propio destino”. Cuando asumes la responsabilidad de tus actos, sean acertados o errores, y le dices “lo siento” a otra persona con sinceridad, estás demostrando autoconciencia, una de las cualidades de la inteligencia.
Nuestra ignorancia
Admitir que no sabemos algo es una señal de madurez, porque aunque tengamos la necesidad de tener todas las respuestas, eso no significa que las tengamos. Como seres humanos nos sentimos incómodos con la incertidumbre, pero no saber algo y admitirlo, es el primer paso para aprenderlo. Es lo que en psicología se conoce como humildad intelectual, una herramienta de desarrollo personal tremendamente útil. Se relaciona con la mentalidad de crecimiento de Carol Dweck: aquellos que creen que pueden aprender y mejorar, en lugar de demostrar lo que ya saben, suelen desarrollarse más.
Los problemas en las relaciones
Qué complicado es hablar con otra persona de la relación que tenemos. Sea nuestra pareja, nuestra madre o un amigo, abordar los problemas de las relaciones de una forma directa es incómodo y nos puede despertar el miedo al rechazo o a perder el vínculo, pero hablarlos es un ejercicio de madurez y honestidad con la otra persona y contigo. Carl Rogers planteaba que el bienestar psicológico depende ser congruentes y de que exista una coherencia entre lo que sentimos, pensamos y expresamos. Si no hablamos con honestidad aunque la conversación resulte incómoda, se genera una incongruencia interna que nos puede llegar a generar ansiedad.
Nuestras limitaciones
Aunque pensemos que no, pedir ayuda cuando la necesitas es un signo de fortaleza y no de debilidad. Cuando reconocemos que necesitamos ayuda de otros, se produce un trabajo interno de autoconciencia y aceptación de nuestras limitaciones y la vulnerabilidad se convierte en un indicador de madurez emocional. Además, como explica la psicóloga Brene Brown en su libro ‘El poder de ser vulnerable’ en la vulnerabilidad radica nuestra mayor fuerza, y se asocia con una mayor conexión social y un mayor bienestar emocional.
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