La mayoría de las personas están emocionalmente subdesarrolladas, poco capacitadas y poco educadas. No lo digo yo, son palabras de la doctora Emma Seppälä, psicóloga especializada en inteligencia emocional y conexión social que es profesora de Yale y directora científica del Centro de Investigación y Educación sobre Compasión y Altruismo de la Universidad de Stanford.
En sus años de experiencia ha descubierto que las personas con un alto cociente intelectual tiene lo que ella misma denomina “soberanía emocional” una habilidad crítica relacionada con la gestión de emociones que les permite manejarlas en lugar de evitarlas, tal y como explica en la CNBC. “Cuando sabes cómo manejar tus emociones, puedes aprovecharlas para generar creatividad, energía, relaciones más profundas y una mayor felicidad y satisfacción”, explica la experta.
Y es que las emociones influyen en todo lo que hacemos en nuestra vida. Afectan a nuestra capacidad de concentración, a nuestra salud mental, a la toma de decisiones y a las relaciones que tenemos. “Cuando no sabes cómo manejar tus sentimientos, sufres, y también lo hacen las personas que te rodean”, asegura. Por eso es tan importante contar con esa “soberanía emocional”.
Qué es la soberanía emocional
Cuando hablamos de soberanía emocional lo hacemos de la capacidad de una persona de calmarse a sí misma y reducir la intensidad emocional hasta hacerla manejable. Para conseguirlo es imprescindible conocer nuestras emociones y trabajar para que estas no nos controlen.
Seppälä asegura que la incapacidad para manejar tus emociones te lleva a hacer daño a las personas que quieres. “Irónicamente, al intentar reprimir o huir de tus emociones, te quedas atrapado en ellas: duran más”, asegura. Es más, cuando tratamos de gestionar las emociones pero no sabemos cómo hacerlo, podemos adoptar hábitos destructivos para tratar de buscar consuelo a esas emociones desagradables (las mal llamadas emociones negativas). El abuso de redes sociales o el hambre emocional son un ejemplo de esto. Sin embargo, al enfrentarnos a todo lo que la vida nos ofrece, sea bueno o malo, nos volvemos más resilientes e inteligentes. Además, cuando experimentamos las emociones y éstas se viven desde la compasión y la paciencia, su “efecto” es más corto en el tiempo.
Es justo lo que ocurre cuando desarrollamos la habilidad de la soberanía emocional. “Eres más feliz, más valiente, más fuerte y más libre”, explica la experta. Reprimir las emociones daña nuestra salud mental y también puede provocar problemas de salud física, así que cuando aprendemos a procesar las emociones en lugar de reprimirlas, estamos ganando en salud. Además, a medida que aprendes a procesar tus propias emociones y a reconocer que los demás también deben hacerlo, aumenta tu empatía y comprensión.
Cómo desarrollar la soberanía emocional
Para reclamar tu soberanía emocional “debes estar dispuesto a sentir tus emociones y ser consciente de ti misma”, de una forma honesta, sin tratar de engañarte. Es posible que notes un fuerte deseo de escapar, de resistir, de evitar la situación “porque no te sientes cómoda estando incómoda, y mucho menos sufriendo. Aquí es donde necesitas paciencia, aceptación, rendición, autocompasión y tolerancia”, explica Seppälä.
Lo que haces es dejar que la emoción te invada y sentirla, pero sin que controle tus acciones. “Al experimentar tu emoción, la procesas y la digieres”, explica la experta. Experimentar plenamente la emoción no significa expresarla plenamente durante su apogeo, es decir, no hablamos de que explotes con otras personas cuando sientas algo, sino de que te adueñes de la emoción y la controles dejándola entrar en ti. Una vez que hayas digerido la emoción, es el momento de actuar y hablar, cuando esa emoción no hable, sino tú.
Fotos | The Pod Generation
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