Hace tiempo tuve una compañera de trabajo que siempre tenía algo que le impedía ser feliz. Todo lo que le pasaba le convertía en una desgraciada y toda su angustia siempre era fruto de su alrededor. Su infelicidad siempre era por causas ajenas. Sobre esto habló en el Auditorio Laurie de la Universidad Trinity Arthur C. Brooks, experto en felicidad e investigador y profesor de Harvard. Durante el Ciclo de Conferencias Distinguidas 2025-26, ‘El sentido de tu vida’, se centró en cómo las circunstancias externas pueden alejarnos de la verdadera felicidad, pero también en que la soberanía personal trasciende dichas circunstancias. “La idea de que algo externo pueda arruinar el clima o nuestra seguridad… siempre ha sido así”, explicaba, y añadía que “no puedes esperar a ser más feliz hasta que el mundo mejore, porque vas a estar esperando el resto de tu vida”.
El impacto de la tecnología en nuestro cerebro. Lo que explicaba Brooks es que, aunque nuestro bienestar depende de factores externos, estos no son lo único que importan y hay ciertas “intervenciones personales” que podemos llevar a cabo. Una de las más importantes según el experto es desintoxicarnos de la tecnología porque como él mismo afirma y recoge el periódico de la universidad, ha reconfigurado nuestros cerebros, “dejando inactivo el hemisferio derecho del cerebro”.
La Dra. Alicia Vargas explicaba cómo el uso excesivo o inadecuado de la tecnología puede tener efectos adversos, algo que es especialmente importante en aquellos cerebros que están en desarrollo. Puede alterar nuestra atención y concentración, afectar a nuestra memoria, a nuestras emociones y a nuestras relaciones sociales. Incluso a nuestra salud mental.
Nuestro hemisferio derecho está adormecido, y eso es un problema. Según el psiquiatra Iain McGilchrist, “el hemisferio derecho del cerebro es, literalmente, más inteligente que el izquierdo”. Aunque siempre se ha dicho que el hemisferio izquierdo es lógico y racional y el derecho es creativo, esta idea es una simplificación demasiado general. Desde los años setenta se sabe que ambos hemisferios están involucrados en todos los procesos, pero sí hay cierta lateralización funcional real, pero compleja, no absoluta y variable. Rara vez reduce a un lado o a otro. Lo que sostiene McGilchrist en una entrevista a La voz de la Salud es que la verdadera diferencia está en “la forma en la que cada hemisferio presta atención al mundo. Por resumirlo mucho, el hemisferio derecho, al contrario de lo que suele creer, percibe mejor y entiende más. Posee una inteligencia mayor, entiende mejor las cosas que pasan. El izquierdo tiene otro rol importantísimo: conseguir cosas”.
Si hacemos caso a lo que decía Brooks, resulta que la tecnología lo que ha adormecido es nuestro hemisferio más inteligente. La solución del experto en felicidad es “establecer periodos sin tecnología durante las primeras y últimas horas del día y durante las comidas, mantener los teléfonos fuera de las habitaciones y aulas, y realizar un ayuno tecnológico anual de cuatro días”. No es lo único que tenemos que hacer para ser verdaderamente felices porque el experto asegura que existe un déficit de conexión impulsado por la tecnología.
No hay suficiente amor en la vida real según Arthur Brooks. Como ya sabemos, las relaciones son, según el famoso estudio del Desarrollo de Harvard, el caldo de cultivo perfecto no solo para ser felices, también para vivir una vida más larga. Pero “el problema es que no hay suficiente amor en la vida real”, explicaba el experto. Brooks sostiene que, aunque vivimos más conectados que nunca, muchas personas se sienten hoy más solas porque la tecnología y las redes sociales han cambiado drásticamente la forma en la que nos relacionamos.
En el podcast del Dr. Jared Zimmerer, Brooks asegura que estamos en medio de una gran crisis de salud mental que explotó desde 2008 y afecta, sobre todo, a los jóvenes menores de 40. “Es como un huracán. Desde 2008 y 2009 es cuando todo el mundo consiguió un smartphone y redes sociales, el cuál en mi opinión fue el punto más dañino de nuestra historia más reciente de la felicidad”. El 20,8% de los adultos sufre aislamiento social objetivo en Europa y el 13% se sienten solos la mayor parte del tiempo. Ya lo decía Brooks en otra ponencia: “La tecnología nos separa mucho”.
Cuando la tecnología desplaza las relaciones, que son los pilares de nuestro bienestar, y sustituyen las verdaderas amistades por contactos superficiales, nuestra calidad de vida sufre. Quizá la solución a por qué somos más infelices no esté fuera en el mundo en el que vivimos, sino en cómo estamos decidiendo vivir ese mundo.
Fotos | Instagram @trinityu
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