Durante los últimos meses hemos vivido uno de los cambios más importantes a nivel global de los últimos años. Y es que la crisis sanitaria provocada por la COVID-19 ha cambiado nuestras vidas de arriba a abajo. Hemos tenido que aprender, de golpe, a vivir más aislados, sin tanto contacto físico con los demás y sin poder ver a nuestros seres queridos durante meses.
Pero también nos hemos tenido que enfrentar a perdidas, a la incertidumbre constante y a aprender a vivir con una realidad que cambia cada día y que no nos permite mirar a futuro. Una generación que ya venía marcada por la crisis económica de 2008 se ha encontrado con que, de nuevo, tiene que aplazar todos sus planes o, simplemente, no hacerlos.
Una investigación elaborada por Inner Circle, una aplicación de citas, encuentra que en una muestra de 2.000 personas solteras de toda Europa, el 70% de ellas consideraban que su plan de vida se había retrasado por causa de la crisis sanitaria.
De hecho, el 64% de estas personas, todas ellas entre los 23 y 34 años, tenían la sensación de estar perdiendo un año de su vida. En concreto, se referían a su vida amorosa, pero también a los planes que vienen con una relación estable.
La realidad es que sabemos que no necesitamos una pareja para poder hacer planes de vida a largo plazo. Pero, socialmente, y para muchos de nosotros, la idea tradicional de pareja, matrimonio, casa e hijos sigue siendo un objetivo al que aspirar y este año está provocando que muchas personas se sientan alejados de esta opción.
No solo eso, sino que el confinamiento ha generado una gran sensación de soledad en muchas personas. Aquellas que viven solas son algunas de las que más han notado el efecto de no tener una persona especial con la que compartir esta situación. Tanto es así que la investigación de Inner Circle encuentra que, entre sus encuestados, el 71% de ellos está buscando ahora una relación más seria de lo que buscaba antes de la cuarentena.
En cualquier caso, tengamos pareja o no, la realidad es que esta situación ha provocado que nuestros planes se vean aplazados y solo nos queda confiar en que esto también pasará y vendrán tiempos mejores. Quizás cuando todo esto termine hayamos descubierto el valor para crear nuevos planes y metas, que no se ajusten a lo que se espera de nosotros, sino a nuestras circunstancias y deseos personales.
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