Este pueblo mágico de Veracruz tiene un lugar que te encantará: un cementerio que pinta de colores la memoria de sus difuntos

Un lugar donde la muerte se viste de fiesta cada día entre lápidas vibrantes

Cementerio Naolinqueño
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Joel Calata

Editor

Veracruz es uno de los estados de México que más cautiva a los extranjeros y a los visitantes del propio país no sólo por la riqueza culinaria que ofrece, sino también por sus playas y destinos arquitectónicos y arqueológicos que son una verdadera maravilla visual, sin embargo, en un pueblo mágico de esta entidad, sale a relucir un lugar poco común que llama la atención de quien lo visita: el cementerio de Naolinco de Victoria.

Este cementerio se distingue por su explosión de color: lápidas pintadas en tonos vivos de azul, rojo, amarillo y verde, algunas decoradas con imágenes religiosas, mientras que otras muestran símbolos y figuras que reflejan la historia de quienes descansan allí.

Pasear por sus pasillos es como recorrer una galería de arte al aire libre, donde cada tumba cuenta una historia no solo con palabras, sino con pinceladas de vida y alegría en construcciones que replican a escala la arquitectura colonial por la que es conocida Veracruz, uno de los primeros asentamientos de los españoles durante el periodo de la conquista.

La costumbre de pintar las lápidas no es nueva. Es una expresión del sentir veracruzano, donde la muerte no es vista como un adiós definitivo, sino como un vínculo eterno con los que partieron. Durante el Día de Muertos, el cementerio se llena aún más de color con flores de cempasúchil, veladoras y ofrendas que honran a los difuntos, convirtiéndolo en un espectáculo visual y espiritual.

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Caminar por los senderos de este cementerio, declarado Patrimonio de la Humanidad por la INAH en 2010 es como recorrer un museo al aire libre, donde el arte y la tradición se entrelazan. Las fotografías en blanco y negro de los difuntos, enmarcadas en nichos coloridos invitan a conocer sus rostros y a imaginar sus vidas gracias a los objetos personales que acompañan a algunas tumbas.

Este cementerio es un testimonio de la rica cultura mexicana, donde la muerte se celebra como parte de la vida y donde la memoria se mantiene viva a través del arte y la tradición.

Si buscas un sitio donde la tradición y el arte se fusionan para rendir homenaje a la vida, este cementerio veracruzano es una parada obligatoria. Aquí, la muerte no es el final, sino el comienzo de una historia pintada en colores vivos que nunca se desvanecen.

Fotos de Uriel Rodríguez | Enrique Pérez Huerta

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