Según la psicología, si te resultan normales estas cinco situaciones es porque tus padres fueron emocionalmente inmaduros

Durante la crianza no te das cuenta de que tus padres no tenían inteligencia emocional, pero ha tenido efectos en ti en la manera en que te comportas según la psicología

Comportamientos Que Creias Normales Y Son Dfruto De Padres Inmaduros 1
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Anabel Palomares

Editor

Nuestra percepción de la normalidad, algo que ni es universal ni fijo, se ve moldeada por diferentes factores. Lo que consideramos “normal” depende de las normas, valores y costumbres de la cultura en la que vivimos, pero también del efecto de habituación. Según la psicología, el cerebro tiende a “normalizar” lo que se repite en nuestro entorno, lo que explica que ciertos comportamientos puedan parecernos normales a pesar de ser experiencias extrañas para otros. Hoy te hablaremos de algunos comportamientos que pueden parecerte normales son en realidad una señal de que creciste con padres emocionalmente inmaduros

Sientes que es tu responsabilidad que las personas que te rodean sean felices

Como explica la psicóloga clínica Lindsay C. Gibson en su libro ‘Adult Children Of Emotionally Immature Parents’, los padres emocionalmente inmaduros dependen en parte del cuidado de sus hijos a nivel emocional, lo que provoca que los niños crezcan creyendo que siempre deben “sobrepasar los límites de lo que es su responsabilidad, preocupándose por los sentimientos, las necesidades y la vida de otras personas”. Esto explica que se muestren hipervigilantes con los sentimientos y emociones de otros cuando son adultos.

A nivel psicológico, cuando existe un ambiente emocional inconsistente y los padres responden con arrebatos emocionales extremos (ira, gritos) o con indisponibilidad emocional (frialdad, distancia, falta de respuesta), el niño no sabe qué esperar y se genera inseguridad y ansiedad. Como mecanismo de defensa, muchos niños desarrollan una hipervigilancia emocional para anticipar reacciones y protegerse, y está directamente relacionada con tener un apego inseguro (especialmente apego ansioso).

Eres perfeccionista y buscas la aprobación de los demás

Buscar la aprobación a través de los logros es algo que parece repetirse en aquellos niños que crecieron con padres que no tenían demasiada inteligencia emocional. La ausencia de validación emocional es una de las experiencias infantiles que alimentan el perfeccionismo como mecanismo de adaptación, y provocan una autoestima frágil y una fuerte búsqueda externa de aprobación. El niño trata de llenar una carencia afectiva con logros. Es más, en esta investigación se relacionó el perfeccionismo maladaptativo (no una forma sana de exigencia) con los traumas infantiles como negligencia. 

A menudo estás desconectada/o de tus emociones

Los padres emocionalmente inmaduros que no saben cómo gestionar ni regular sus emociones crean un entorno de crecimiento en el que la invalidación emocional es más que habitual. En ese contexto, y nivel psicológico, lo normal es que el niño aprenda a desconectarse o bloquear sus propias emociones para evitar el dolor de ser rechazado. Los niños no aprenden a nombrar ni identificar sus emociones y llegan a dudar de ellas, restándoles importancia, lo que se vincula con la alexitimia o baja conciencia emocional.

Sientes soledad y vergüenza

Crecer en un entorno sin inteligencia emocional puede presentarse de muchas formas ya que la inmadurez emocional se asocia a muchos comportamientos. Si tus padres no te mostraron afecto en tu infancia, es normal que ahora tengas dificultades para abrirte a otras personas, para confiar en ellas e incluso que te cueste demostrar afecto a los demás. Esto podría ser un obstáculo para que construyas relaciones sólidas y saludables, porque te faltó intimidad emocional en la infancia. Esto te lleva a buscar la soledad pero al mismo tiempo, anhelar relaciones más profundas de las que te alejas porque no tienes ninguna referencia de cómo actuar en ellas.

Tienes una baja autoestima

Cuando los padres minimizan o relativizan los sentimientos del niño (con frases como “no es para tanto” o “podría ser peor”), el mensaje implícito es que sus emociones no importan o son inapropiadas. El niño aprende a dudar de su propio valor y busca la aprobación externa para sentirse válido como veíamos anteriormente. Cuando el niño crece, ese comportamiento se asocia con una baja autoestima, una autocrítica elevada y una gran dificultad para la autoaceptación. Es común que se internalice esa voz crítica parental y se repita el patrón de invalidación emocional con nosotros mismos.

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Fotos | Derek Owens en Unsplash, Annie Spratt en Unsplash

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