El motivo por el que "Napoléon" de Ridley Scott no ha gustado nada al público francés: "es entretenimiento para estadounidenses"

La inexactitud histórica tan de moda con 'Los Bridgerton' llega al cine de acción

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Aunque el origen de la máxima "nunca dejes que la realidad te estropee una buena historia" es incierto, su vigencia perdura fuerte en el tiempo. El último en revalidarla ha sido Ridley Scott, que no ha dudado en sacarse de la manga que Napoleón bombardeó a cañonazos las pirámides de Guiza porque le parecía una forma rápida y efectiva de mostrarle al espectador que el emperador francés invadió Egipto. Este y otros inventos, así como declaraciones controvertidas del director han hecho que, más que un biopic, la película haya pasado a percibirse por algunos como una suerte de Emily in Paris histórico que no ha hecho mucha gracia a los franceses.

Entre la inexactitud y lo antifrancés

Lo de las pirámides no es la única "licencia poética" que Scott se ha tomado en una película, estrenada en España el pasado 24 de noviembre, que empieza ya poniendo a Napoleón de cuerpo presente en la ejecución de María Antonieta. De hecho, en Francia han llegado a contar 90 errores históricos en las dos horas y media que esta dura.

Así, mientras que en Reino Unido la peli ha recibido cinco estrellas de The Guardian y cuatro de The Times (que, además, la califica de "espectacular historia épica"), en Francia Le Figaro ha propuesto que el largo sea rebautizado como "Barbie y Ken bajo el Imperio" y Patrick Gueniffey, historiador y biógrafo de Napoleón, ha denunciado en Le Point que da una versión de la historia "prejuiciosa, muy antifrancesa y muy proinglesa. Unas críticas que Ridley Scott ha justificado en la BBC con un lapidario:  "los franceses no se gustan ni a sí mismos" que, en cierto modo, le da un poco la razón a Gueniffey.

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Ante tamaño salseo,me ha entrado mucha curiosidad por saber si mis amigos franceses ya la han visto o si, siquiera, tienen intención de hacerlo. Pregunto y encuentro es que solo uno quiere y únicamente porque le encanta Joaquin Phoenix. Amélie, por otro lado, que ha estudiado literatura comparada y le interesa la visión de su país que los estadounidense dejan entrever a través de la ficción, me cuenta que no pagaría por verla pero que espera echarse unas risas cuando la pongan en televisión.

Eso sí, se muestra preocupada porque en el extranjero se crean los clichés facilones que esta y otras ficciones, como Emily in Paris, perpetúan de los franceses. Además, opina que, al otro lado del charco, les convendría aprender un poco sobre la historial real de Napoléon, puesto que este les vendió un terció de lo que hoy es Estados Unidos, y me muestra un mapa que comprende territorio de, al menos, doce estados del Medio Oeste que fueron propiedad francesa hasta 1803 y que el emperador vendió para poder sufragar sus guerras.

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Por si no me había quedado claro el desinterés que parecen tener los franceses hacia lo nuevo de Ridley Scott, otro amigo de Amélie se suma a la conversación explicando que él tampoco la verá porque le parece "entretenimiento para estadounidenses a los que les da igual la historia pero que disfrutan con batallas y cosas épicas". Ambos parecen coincidir en que, probablemente, el espectador francés siente más interés por las películas históricas que son rigurosas.

Sin embargo, Napoleón tampoco parece estar convenciendo del todo a su público objetivo, que la ha calificado en el muestreo de Cionemascore con una B+, lo que sitúa al largometraje del director británico a la cola de su extensa filmografía, con solo dos de sus películas habiendo obtenido una nota aún más baja.

Todo por Francia pero sin los franceses

Lo que parece claro es que nos encontramos ante una película sobre Francia pero sin los franceses y hecha para aquellos que, por resquemores históricos o estereotipos, no los soportan. De producción estadounidense; dirección británica y guion en inglés, la rigurosidad ya, ¿para qué? El objetivo de Ridley Scott es el de entretener, sobre todo, a ese público masculino heterosexual al que le pirra la acción de Gladiator o Blade Runner y que, últimamente, lee mucho sobre estoicismo.

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“Cuando tengo conflictos con los historiadores les pregunto si ellos estaban ahí. ¿Verdad que no? ¡Pues callaos la puta boca!”, decía Ridley Scott en una entrevista en The Times al más puro estilo Trump. Y lo cierto es que, en su defensa también hay que decir que, tal y como él mismo contó en Forbes: "gran parte de su vida está abierta a la interpretación [...] vi un vídeo de dos académicos que habían escrito libros sobre Napoleón y era, literalmente, ellos dos discutiendo durante una hora y media sobre datos de su vida en los que no estaban de acuerdo".

Para un visionado didáctico, queda claro que hay muchas otras fuentes a las que es mejor acudir, sin embargo, y por muchas lanzas en favor de la libertad creativa que queramos romper, también entendemos que a los franceses no les haya hecho ni pizca de gracia. Solo tenemos que pensar en lo poco que nos gusta a los españoles cuando en el extranjero nos retratan, por ejemplo, abusando de la siesta (La princesa de España) o mezclando San Fermín y Semana Santa en Sevilla (Noche y día).

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Así que, en Trendencias, nos parece que Napoleón puede ser una excelente opción para ir al cine cuando uno necesita quedarse un ratito en encefalograma plano y olvidarse de la realidad, disfrutando de una fotografía maravillosa y unos actores guapísimos (no solo Phoenix, con Vanessa Kirby también nos casábamos) que, probablemente, vayan a estar nominados a los Oscar.

Fotos | Apple Studios

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