Acaba de llegar a Netflix la película de amor que marcó los 2000: está protagonizada por Keanu Reeves y es un clásico reinventado

Por muchas comedías románticas que sigan lanzándose estos últimos años, tengo que confesar que pocas me gustan tanto como las de los 2000. Clásicos frescos del estilo 'Como perder a un chico en 10 días' o 'El diario de Bridget Jones' parecen tener poca competencia y a veces encuentras una joya actual, que brazas como si fuese una gema, pero mi zona de confort en cuanto a romcoms está echando la vista 20 años atrás. Quizás por eso en cuanto vi que en el catálogo de Netflix habían puesto 'Noviembre dulce', supe que ya tenía seleccionado el film que iba a ver este fin de semana. Un clásico dosmilero que ya es un icono pop.

Se trata de una cinta inspirada en otra de los setenta, un remake bastante acertado en el que Nelson (Keanu Reeves), un hombre de negocios, completamente adicto al trabajo no consigue ver más allá de su vida laboral. Ignora a su pareja y todo se resume a lo que ocurre entre las paredes de su despacho en las oficinas de publicidad. Todo cambia cuando conoce a Sara (Charlize Theron) durante un examen de conducir, una mujer cuya pasión por la vida acaba trastocando la de nuestro protagonista.

No vamos a negar que en cuanto empezamos a ver la película, sentimos que el personaje de Sara está a medio camino del arquetipo de la “manic pixie dream girl”. Decimos a medio camino por esa insistencia en cambiar la vida de Nelson sin apenas mostrar detalles de la suya propia, pero luego el film avanza y las cosas se recolocan. Además, no podemos pasar por alto la innegable conexión entre tal dupla cinematográfica. Verlos juntos en la pantalla es todo un regalo.

Sin duda no le falta su punto fuerte de drama y es que entre toda esa avalancha de emociones que atraviesan los personajes, también hay hueco para la tristeza y la rabia. Y claro, al final todo se construye como una potente reflexión sobre la fragilidad de la vida y la relevancia del presente. Mira que nos pasamos el tiempo mirando hacia atrás, nostálgicas perdidas o en su defecto ancladas en planes futuros que igual no llegan. Posarse sobre el ahora es casi revolucionario. Si te fijas, todo sucede ya.

Fotos | Netflix

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