Fue el lunes de la semana pasada cuando el Palacio de Buckingham emitía un comunicado confirmando que Carlos III padecía cáncer. Momento en el que la Casa Real británica cambió su modus operandi: mientras el príncipe Harry viajaba a Londres para reunirse con su padre, el heredero al trono, Guillermo, asumía la agenda del paciente.
La visita del marido de Meghan Markle duró menos de un suspiro, 45 minutos le bastaron para ponerse al día con su progenitor. En este encuentro no estuvieron presentes ni su hermano, con el que no se dirige la palabra desde que publicara su libro biográfico, ni Kate Middleton, actualmente recuperándose de la cirugía abdominal a la que se sometió en The London Clinic.
Otra que no se dejó caer por la reunión de Carlos y Harry fue la esposa del primero, Camilla Parker. ¿Por qué? Al fin y al cabo es la mujer con la que el soberano ha decidido compartir su vida y ejerce de reina consorte en Inglaterra. Según ha publicado Petronella Wyatt, experta en realeza, en 'The Telegraph', existiría una razón por la que el duque de Sussex se negaría a coincidir con su madrastra: la envidia.
"Envidia de que su padre sea feliz con Camilla. Parece tener un problema con la felicidad de otras personas", apunta Wyatt, tachando a Harry de ser el "el típico anglosajón apegado a las armas heredadas" y elogiando a Parker como una "persona que no tiene ambición ni esnobismo". De hecho, la analista ha desmentido la imagen manipuladora que siempre se le ha atribuido a Bowles, advirtiendo de que solo es una mujer sencilla y nada soberbia.
Fotos | Gtres
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