No imagino estar en el pellejo de Rodolfo Sancho. Tampoco logro visualizar el momento en que un padre descuelga el teléfono y escucha estas palabras: "Papá, he matado a un tipo". Qué duro. Y no, no fue exactamente eso lo que dijo Daniel, pero sí confesó el crimen. Admitió la muerte "accidental" de Edwin Arrieta y relató su versión: amenazas, un intento de agresión sexual y el final más desolador.
La relación entre padre e hijo era buena. Solían verse a menudo y compartían confidencias. "Antes de que ocurriera estuvo en Fuerteventura. Cocina que da miedo. Tenemos una relación muy cercana...", cuenta el actor en los últimos minutos del capítulo cero. En ese momento, por primera vez en la entrevista, una sonrisa emana de su rostro.
No puede evitarlo. Rodolfo extraña a su hijo. Ese muchacho que se marchó a Tailandia para "hacer cocina tailandesa y grabar sus vídeos" ahora está encarcelado y se enfrenta a una posible pena de muerte. "Esa sensación burdamente conocida como 'estar en una película'", explica Sancho en referencia a todo lo ocurrido en los últimos meses.
Durante la mayor parte de la entrevista veo a un Rodolfo frío y me surge la duda: ¿por qué esa coraza? ¿Este hombre no llora? ¿No asume la gravedad de lo ocurrido? Después lo entiendo. Su batalla no le permite flagelarse. Solo él y su equipo de abogados pueden salvar la vida de Daniel. El llanto y la pena solo desviarían su energía del único objetivo: mantener con vida a su hijo y sacarlo de la cárcel.
La inmediata reacción de Rodolfo Sancho al conocer el asesinato
Nada más enterarse de la noticia, Rodolfo habló con su hijo: "No fue una conversación muy larga. No hacía falta más. Yo ya sabía lo que tenía que hacer desde el principio... Al final es eso, un padre luchando por su hijo. Creo que ese es el gran motor para no caer en una depresión", relata.
Rodolfo Sancho en HBO
Y en esas anda. Pelea por salvar a Daniel y poco le importa ponerse delante de una cámara a cambio del dinero necesario para ello. Dice "solidarizarse" con la familia de Edwin pero nada hay más importante que la vida de su propio hijo. Incluso, llega a asegurar que "hay dos víctimas" y se atreve a citar a Séneca: "Compadezco a esa persona que nunca vivió un momento malo por que nunca conocerá su verdadero potencial".
Más allá del delito y las pruebas, vemos a un padre que, de algún modo, justifica a su hijo y así lo demuestra en su discurso: "Hablas con psicólogos y te hacen entender que en ese momento de pánico la razón deja de funcionar", dice sobre el asesinato que su propio hijo llevó a cabo. "El pánico, el estado de disociación...", comenta.
"Quiero que salga la verdad", asegura Rodolfo en un momento dado. Pero no es cierto. En realidad, el actor pide que se conozca 'su verdad'. La verdad de un padre que haría cualquier cosa por salvar la vida de su hijo. La verdad de quien está dispuesto a arruinarse por demostrar que lo ocurrido fue "un accidente". En definitiva, la verdad del corazón, que no entiende de pruebas ni sentencias cuando ama por encima de todas la cosas.
Fotos | HBO
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