Al este de la ciudad de Madrid, a tan solo 30 kilómetros y media hora en coche, se encuentra una localidad que, en 1593, fue declarada villa de realengo por Felipe II y que, en la actualidad, es conocida por albergar uno de los monumentos más pintorescos de España, Europa y, probablemente, también el mundo entero.
Mejorada del campo es un lugar que tiene especial interés ya remontándonos hasta el paleolítico y el neolítico. Y es que han aparecido en la zona restos de asentamientos que datan de estas épocas. Aunque también es una joya de la arqueología por otros restos pertenecientes a la romanización, junto con algunos vestigios musulmanes.
En lo que respecta al entorno natural que ofrece, los ríos Jarama y Henares confluyen en este municipio y, a lo largo de su ribera, se ubica el Parque regional del Sureste. Destacando, sobre todo, el paseo fluvial de Las Islillas, que cuenta con zonas habilitadas para actividades recreativas, observatorio de aves, paseos en bicicleta y merenderos... Un lugar a tiro de piedra de la capital que es perfecto para ir a pasar un día al aire libre.
No obstante, aquello por lo que se ha hecho realmente famosa Mejorada del Campo es porque en este pueblo se encuentra la basílica de Nuestra Señora del Pilar, más conocida popularmente como la Catedral de Justo (aunque no está consagrado ni reconocido como templo por la diócesis de Alcalá de Henares). En especial, a raíz de que Aquarius la sacara en un spot publicitario, dándola a conocer internacionalmente. Incluso el MoMA de Nueva York expuso fotos de la catedral en su momento.
Y es que se trata de un edificio que tiene una historia detrás verdaderamente única al tratarse de un proyecto de autoconstrucción realizado por una sola persona: Justo Gallego Martínez, quien trabajó en ella hasta su fallecimiento con 96 años en 2021. Nacido en Mejorada del Campo, la vida de este agricultor cambió cuando fue expulsado del monasterio cisterciense de Santa María de Huerta (en Soria) por estar enfermo de tuberculosis.
Tras curarse decidió agradecérselo a Dios y a la Virgen cumpliendo la promesa de la construcción de este gran edificio él solo y valiéndose del patrimonio familiar del que disponía, además de donaciones privadas. De este modo, dedicó más de 50 años a construirla con sus propias manos, sin tener ninguna formación relacionada con la construcción y sin usar planos.
A su muerte, Justo donó su obra a Mensajeros de la Paz para que la termine de construir. Hasta ahora, la catedral mide 35 metros de altura y cuenta con todos los elementos de una catedral clásica, incluyendo cúpula y cripta. Aunque también se trata de una construcción única por los materiales utilizados, la mayoría reciclados.
Justo Gallego empleó tanto objetos cotidianos como materiales desechados por constructoras y por una fábrica de ladrillos cercana. Para realizar las columnas utilizó bidones de gasolina viejos como moldes y, para los pilares, botes de plástico rellenados de hormigón y una rueda de bicicleta hace de polea.
No obstante, entre otros motivos para visitar este pueblo se encuentra la iglesia de la Natividad de Nuestra Señora, del siglo XVI y en cuya capilla de San Fausto se encuentran los restos del santo. Además de que se come bien y barato, con menús del día por solo 10,50€.
Foto de portada | Javier Martin Espartosa
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