Por alguna razón no tengo amigas de mi edad. Al menos no las típicas que haces en el colegio o el instituto y te duran toda la vida. Mis amigas son, en su gran mayoría, de generaciones diferentes a las mías, tanto por arriba como por abajo en años. Y parece ser que según la ciencia eso es bueno. Buenísimo. Y te explico por qué.
Antes de seguir, hablamos de amistad, no de relaciones románticas entre dos personas con mucha diferencia de edad. Vamos a contarte los beneficios de la amistad intergeneracional, que además lleva años utilizándose como un modelo de integración social.
Los beneficios de una amistad de otra edad
Si pensamos en un niño y su futuro, es imprescindible una figura adulta. De hecho los beneficios de tener un mentor adulto (como una tía o tío) para el bienestar de los niños se han estudiado muchísimo. Pues cuando crecemos, cultivar relaciones de amistad con alguien mucho más mayor, es igual de beneficioso.
Según esta investigación de Community Life Survey realizada en Inglaterra, los adultos de entre 16 y 24 años afirmaban que se sentían solos con más frecuencia que los grupos de adultos de mayor edad. El aislamiento pone en riesgo a cualquier persona, que puede llegar a sufrir enfermedades como la depresión o la ansiedad.
En cambio, las personas que cultivan relaciones de amistad satisfactorias, tal y como te contamos al hablarte de los tipos de amigos que deberías tener según la Universidad de Harvard, mantienen una mejor salud a largo plazo. De hecho, es el ingrediente secreto para la felicidad. Investigaciones realizadas a lo largo de la década afirman que es imposible ser feliz sin amigos, y la amistad representa casi el 60% de la felicidad de cualquier ser humano, independientemente de si se es más o menos extrovertida.
La ciencia dice aún más. El Estudio de Desarrollo de Adultos de Harvard (HSAD) que lleva en marcha más de 80 años, afirma que la amistad nos hace felices. George Vaillant, que dirigió este estudio durante más de tres décadas, explicaba en su libro Aging Well que los vínculos intergeneracionales son especialmente buenos. Pero es que ampliar el rango de edades entre tu círculo más cercano, también aumenta tu inteligencia según esta otra investigación.
La amistad intergeneracional como solución a la soledad de la tercera edad
Cuando hablamos de amistades intergeneracionales es interesante hablar de las que tienen mucha, muchísima diferencia de edad. Por ejemplo las de una anciana y un estudiante de universidad. Según este estudio de las profesoras Riikka Korkiamäki y Catherine Elliott O'Dare, la perspectiva de amistad entre personas más jóvenes y mayores, juega un factor determinante en los procesos de inclusión social.
Las autoras afirman que “la amistad intergeneracional se alinea con las características de la amistad en general pero también apoya el cuidado, el disfrute, la pertenencia y la inclusión de formas alternativas en comparación con amigos de la misma edad”. Con ellas, se reducen los estereotipos y prejuicios sobre los diferentes grupos de edad, y se evita también que exista una discriminación por edad.
En España se puso en marcha en 1987 la fundación Amigos de los Mayores cuyo objetivo es evitar el aislamiento social y combatir la soledad no deseada de las personas de la tercera edad de nuestro país. Ya te hemos contado que la soledad tiene efectos en nuestra salud mental, y con este tipo de iniciativas se busca mitigar aquellos negativos.
Los voluntarios hacen una visita semanal al domicilio de los ancianos y entre ellos se puede forjar una amistad en la que el intercambio de perspectivas y experiencias vitales es un rasgo fundamental. Además, y según la Universidad de Stanford, estas amistades contribuyen a aumentar el aprendizaje y la satisfacción con la vida.
Evitar ese aislamiento es el motor para este tipo de iniciativa, pero lo cierto es que su efecto no solo es emocional. Este estudio de la organización sin ánimo de lucro Generations United, aseguraba que los ancianos que participan en programas intergeneracionales como el de Amigos de los Mayores, “pueden experimentar una reducción del número de caídas y fragilidad, y un aumento de fuerza y equilibrio”.
Lo que me aporta tener amistades de diferentes edades
Para mí, tener amistades de diferentes edades es una oportunidad para aprender y enseñar. Puede que mis amigas no sepan cómo editar una imagen con photoshop, pero yo no sé cómo preparar una entrevista de trabajo. Ellas me ayudan desde su experiencia, y yo las ayudo desde la mía, y al ser de distintas generaciones, somos completamente diferentes.
Aprendo de sus vivencias y me hacen darme cuenta de los diferentes caminos que se pueden tomar en la vida, lo que sin duda me ayuda a ser más resiliente. Por mi parte, yo enseño ese camino a las amigas que tengo más pequeñas, a la vez que me beneficio de su frescura e inocencia. Lo mire por donde lo mire, solo veo cosas buenas de tener amigas de diferentes generaciones. Me enriquece, me da energía y me conecta. Para mí, es la sinergia perfecta, además de una oda a la amistad más pura que he tenido y tendré nunca.
Encontrar una amistad de una edad diferente es más fácil de lo que creemos. El entorno laboral es un buen lugar para fraguar una amistad con alguien con quien te llevas diez años. Así ha sido mi caso en los últimos años, y la conexión inicial resulta más sencilla porque partís de algo común, el trabajo.
Y si hablamos de amistades intergeneracionales con una mayor diferencia de edad, también tengo experiencia. Voy a clases de cerámica desde hace varios años y hasta este año era la más joven con diferencia. Con mucha diferencia. El resto de mis compañeros y compañeras pasan de los 60 años, y esa tarde con ellos es uno de mis momentos favoritos de la semana. No solo porque siempre (y sigo siempre) aprendo algo de ellos, sino porque su visión de la vida es enriquecedora.
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