¿Las mujeres de hoy son las que más disfrutan del sexo en la historia?

¿Las mujeres de hoy son las que más disfrutan del sexo en la historia?

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¿Las mujeres de hoy son las que más disfrutan del sexo en la historia?

Según la última encuesta británica Natsal sobre hábitos y actitudes sexuales (2012), las mujeres del nuevo milenio tienen más compañeros sexuales que sus congéneres de hace 20 años, pero la frecuencia con la que mantienen relaciones sexuales es menor.

Otro estudio sociológico realizado por la Universidad de Nueva York concluye que a pesar de que la mujer actual es más liberal y practica el sexo casual con mayor asiduidad, su grado de satisfacción sexual es más bajo. ¿Cuál es su medidor de satisfacción? El orgasmo.

Entonces, si tenemos más amantes y encuentros sexuales casuales ¿la mujer de hoy en día no debería disfrutar más del sexo que las generaciones anteriores? ¿No se supone que la práctica hace la virtud? Y otra cuestión que se perfila de estos datos: ¿valoramos tanto el orgasmo que si no lo alcanzamos en una relación nos sentimos insatisfechas?

Para resolver todos estos enigmas, decidimos alejarnos de las estadísticas y entrevistar a tres mujeres cuyas profesiones están vinculadas, de manera directa o indirecta, a la sexualidad femenina: Erika Lust (directora de cine adulto independiente), Ana Belén Carmona (sexóloga, psicóloga y terapeuta de pareja de Lasexología.com) y Maite Tajuelo, historiadora. Además de responder a la pregunta que encabeza este artículo —“disfrutamos sexualmente ¿sí o no?”—, ellas nos han mostrado una perspectiva real y más amplia del mundo sexual femenino de este siglo.

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¿Estamos viviendo una nueva liberación sexual?

Para Carmona (sexóloga) estamos en el camino de conseguirlo. Hay mejores actitudes hacia la sexualidad femenina que en generaciones anteriores, aunque hace incidencia en que “todavía funcionamos bajo un modelo de erótica que describe mejor cómo siente o desea el hombre y que no coincide con cómo se siente o desea la mujer”.

En esta misma línea, la directora de cine Erika Lust asegura que nos vamos tornando más fuertes y libres, pero aún queda mucho por hacer hasta lograr la liberación sexual real. “Todavía somos juzgadas si salimos a la calle con un vestido muy corto, ante un caso de violencia de género la primera reacción es culpabilizar a la mujer y no hablemos de todas esas guías sobre cómo ser la mujer ideal…”, argumenta.

¿Concedemos más valor al orgasmo que nuestras madres?

“Depende de cada mujer”, explica Carmona, “mientras que para algunas es condición indispensable alcanzar el clímax para disfrutar de una relación sexual, las hay también que consideran el orgasmo algo secundario o podrían prescindir de él, incluso. La diferencia entre generaciones reside en que años atrás el clítoris era un gran desconocido y se consideraba un orgasmo normal exclusivamente el vaginal. Si no ocurría de esta manera, se tipificaba como disfunción sexual”.

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Maite Tajuelo, nuestra experta en historia, explica que una de las causas de esta escasa búsqueda del propio placer por parte de la mujer de generaciones pasadas se debía a la desinformación sexual. Para ello, hace referencia a la publicación de los manuales de la Sección Femenina (1934-1977) de Pilar Primo de Rivera: “en estos textos se obviaba el placer sexual de la mujer y se hacía hincapié en que la buena esposa debía satisfacer al hombre en todas sus parcelas, incluso en sus preferencias de lecho, aunque a esta pudiera parecerle extrañas.”

¿Nuestras fantasías eróticas son muy diferentes a las de nuestras madres?

Erika Lust opina que deben existir diferencias de contenido por una clara razón: “nuestra sexualidad y nuestro deseo van muy vinculado con lo que vivimos, con lo que vemos y sentimos, y las mujeres de generaciones anteriores no disponían de tanto material sexual explícito como nosotras gracias a la televisión e internet”.

De lo que no cabe duda es que nuestras abuelitas y madres posiblemente también fantaseaban. Este hallazgo se lo debemos agradecer a 'Mi Jardín Secreto', un extensa obra que retrataba las fantasías sexuales de las mujeres en los setenta. “La autora y reportera, Nancy Friday, pidió a las lectoras de la revista para la que trabajaba que le enviaran de forma anónima sus fantasías”, nos relata la sexóloga Ana Belén Carmona. “En su estudio demostró dos aspectos que se desconocían: primero, que las fantasías sexuales no eran solo cosa de hombres; y segundo, que las temáticas no sólo giraban en torno al romanticismo, también las mujeres de aquella época disfrutaban imaginando contenidos transgresores y explícitos”.

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Del porno mainstream al porno para mujeres

A lo largo de la historia del porno, el público masculino ha sido el consumidor estrella y objetivo de dicha industria. Esto ha llevado a barajar distintas explicaciones: entre ellas que el hombre es más visual a la hora de excitarse que la mujer y que esta recurre más a la imaginación y/o necesita el componente emocional para despertar su deseo. Los sondeos realizados por Pornhub y Redtube muestran que cada vez son más las féminas que consumen cine X. Según estas webs de contenido porno, el número de usuarias registradas han aumentado hasta un 24% y su tiempo de visionado es mayor que el de los hombres.

Por su parte, Erika Lust asegura que el aumento del consumo femenino del porno se debe a dos razones: por un lado, la facilidad para acceder a películas eróticas sin necesidad de tener que bajar a un video club y soportar las miradas de los clientes; y por otro, la posibilidad de poder consumir films eróticos donde priman los sentimientos, la cinematografías y el positivismo sexual. “Esto es exactamente lo que intento mostrar en mis películas y en mi proyecto online XConfessions.com: que las mujeres pueden disfrutar del sexo bajo sus propios términos”, nos comenta Erika.

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¿Se experimenta más con el propio sexo?

“Las relaciones lésbicas entre mujeres heterosexuales han ocurrido durante toda la historia”, afirma Tajuelo. Nos pone el ejemplo de los harenes, donde era muy habitual que las concubinas se procurasen placer unas a otras cuando no eran las elegidas entre el sultán. “Quizá ha llegado el momento en que la mujer occidental se atreva a hablar de este tipo de experiencias sin miedo a la condena social”, aclara nuestra hitoriadora.

La encuesta Natsal también aporta un dato asombroso al comprobar que en los últimos 20 años el porcentaje de mujeres que han mantenido relaciones lésbicas (16%) se ha cuadruplicado. La sexóloga Ana Belén Carmona atribuye este hecho a que tenemos mejores actitudes hacia la diversidad sexual. También puntualiza que “una sociedad más abierta a la diversidad sexual no conduce a que haya más personas que se sientan homosexuales, pero esta apertura de mente sí que influye a la hora de expresen y satisfagan sus deseos”.

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¿Más satisfechas sexualmente?

Volviendo a nuestra pregunta inicial: si disponemos de mejores actitudes, más información y mayor acceso al material erótico, ¿disfrutamos más del sexo que nuestras antecesoras? “¡Deberíamos!”, afirma rotunda Erika Lust: “y lo mejor de todo es que creo que les hace sentirse mejor consigo mismas, a asumir sus deseos y buscar inspiración. Ya basta de sexo aburrido, de luces apagadas y de vergüenza a la hora de dejarnos llevar por nuestra líbido. ¡Vamos a abrir espacio para un sexo divertido, creativo y placentero!

En resumen, las mujeres de este siglo buscamos ese espacio para disfrutar de nuestro sexo. Tenemos las armas para lograrlo, pero como bien dice Carmona al terminar la entrevista: “todavía necesitamos conseguir que la mente social comprenda que la erótica femenina es diferente a la masculina”.

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