Ahora que ya ha pasado una semana desde que Movistar Plus+ emitiera el último capítulo de La Mesías y hemos tenido tiempo de reposarlo y pensar en él con calma, nos parece que ha llegado el momento de diseccionarlo y dar nuestra opinión (bueno, la mía). Porque el final de una serie siempre es un momento delicadísimo para creadores y fans que, en muchas ocasiones, no coincidimos en el destino que queremos para los personajes. Y esto mismo es, exactamente, lo que ha pasado con la ficción de los Javis.
En primer lugar, si estás aquí y aún no has visto todos los episodios, DEJA DE LEER: es obvio que habrá spoilers. En segundo lugar, si estás aquí porque eres un hater del final de La mesías, vamos a calmarnos que, por lo menos, no fue todo un sueño de Resines. Fuera bromas y, aunque adelanto que yo sí estoy conforme con cómo Ambrossi y Calvo resolvieron la historia de las Stella Maris y la loca de su madre, también reconozco que me hubiera gustado que las cosas fueran de otra forma. Sin embargo, creo que no hubiera sido coherente con el mensaje de libertad por el que aboga la serie ni con un proceso realista de curación.
Distintas formas de reaccionar ante un mismo dolor
De hecho, si algo hace el guion de La Mesías es retratar formas diferentes de reaccionar ante un mismo dolor. Lo hemos visto durante toda la serie con Irene y Enric. Mientras que ella decide reprimir tras una coraza todos los sentimientos que le provoca su pasado y hacer como que nunca pasó, él lleva el trauma a flor de piel. Su vida es un desastre, se emborracha y se mete en líos, no parece tener ningún vínculo sentimental con nadie y eso que es el que más tiempo lleva alejado de la secta casera que se montó su madre. No obstante, ninguno está bien. Los dos siguen siendo víctimas de un pasado que no les deja avanzar.
Después, vuelve a suceder en el penúltimo episodio con Aina y Cecilia, cuando Irene irrumpe en la casa Puig Baró como un huracán y le muestra a sus hermanas pruebas de que su madre ha estado engañándolas (el momento lol de las cartas de Felipe VI). Mientras que la mayor elige encontrar una excusa que niegue lo evidente y le permita autoengañarse, Cecilia corre a comprobar con sus propios ojos quién dice la verdad. Evidentemente, nos molesta la actitud de Aina pero es que no tiene que ser fácil aceptar que lo único que has conocido en tu vida es una farsa.
Entonces, ¿arriba o abajo con la fe?
A muchos espectadores de La Mesías, les ha parecido que la serie recula en el último episodio con respecto a la caña que le había metido a la religión y la fe en los episodios anteriores. Lo entiendo, a mí también me hubiera gustado vivir en la ficción ese momento de justicia poética que, en la vida real, casi nunca se produce. Sin embargo, tampoco perdamos de vista que todo se inspira en historias reales: las Flos Mariae, The Wolfpack, Los Turpin... Ser realistas parece importante para los Javis.
Además, creo firmemente que el tema central de la serie nunca fue la religión sino la libertad. De este modo, cuando Irene le niega a Cecilia su deseo de ir a la iglesia en su nueva vida, en realidad está cayendo en ser igual de autoritaria que su madre. Así que, por muy laicos que seamos, solo es cuando le permite elegir a Cecilia su propia fe que la deja experimentar lo que es la libertad. Incluso Irene está permitiéndose ser libre cuando va a la iglesia a ver a su hermana cantar en el coro sin dejar que el rechazo que ese entorno le produce se lo impida.
También intentó Enric actuar por la fuerza cuando se llevó a la menor de las Stella Maris, prácticamente secuestrada, en busca de una comisaría. Sin embargo, acabó deteniéndose también antes de acabar imponiéndole lo que tiene que hacer igual que lo haría su madre. No obstante, soy consciente de que la mayor polémica en torno al final de la serie tiene que ver con este personaje al que todavía le queda mucho camino por recorrer hasta estar bien.
Ni final feliz ni final triste
Aunque decidir si es un final feliz o no es una decisión personal de cada uno, creo que los Javis nos dan motivos para la esperanza. La vida de los personajes sigue tras el fundido a negro, su camino a la recuperación no ha terminado. Eso sí, tras la muerte de la madre y de haber retomado el contacto, todos los hermanos han podido hacer grandes avances.
Se llevan la peor parte las hermanas Puig Baró, que se quedan viviendo en la masía con el padre, además de Enric. No obstante, la burbuja de las primeras se ha roto y, en principio, van a seguir teniendo contacto con el exterior a través de Cecilia y de esa prometida escolarización de Nora.
Del segundo, muchos dicen que ha salido de una secta para meterse en otra, y puede ser. O puede ser solo una fase. Realmente, en la serie solo se nos dice que toma ayahuasca una vez, no que haya caído en un grupo new age de manipulación coercitiva como esos en el que se infiltra el youtuber Tamayo. Lo que sí se nos muestra es que está en un viaje de autoexploración personal que parece estar sentándole bastante bien. Es cierto que le queda mucho por delante pero, por primera vez, esta explorando su espiritualidad de forma libre.
No es posible saber qué les depara el futuro a estos personajes, pero lo que sí podemos afirmar es que todos acaban la serie mejor de lo que la empezaron. Además, lo bueno que tiene la ficción es que ahora todos somos libres de imaginar qué es de ellos cuando salen los créditos.
Fotos | Movistar Plus+
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