Joel Calata
EditorA todos nos ha pasado: tener una idea genial, una oportunidad delante o un cambio importante en mente… y aun así no mover un dedo por puro miedo a fallar. Ese temor a no estar a la altura, a hacer el ridículo o a decepcionar a otros puede ser paralizante. Pero lo curioso es que, muchas veces, lo que más nos bloquea no es el fracaso en sí, sino el diálogo interno que lo alimenta.
En los últimos años, una práctica sencilla pero poderosa ha ganado fuerza entre quienes buscan romper ese bucle de inseguridad: el journaling, o escritura reflexiva. Y no, no hace falta ser poeta ni escribir páginas interminables. Solo se trata de conversar contigo mismo de una forma honesta.
Eso es básicamente lo que propone el terapeuta licenciado Jon Filitti propone en una serie de preguntas que te invitan a parar, abrir la mente y ver de dónde viene tu miedo, qué tan real es y cómo podrías actuar a pesar de él. Este tipo de escritura no es sólo "contar lo que me ha pasado", sino más bien "mirar lo que pasa dentro" y cambiar la narrativa que te frena.
¿Por qué funciona? Porque el miedo al fracaso a menudo está sostenido por pensamientos como "¿Y si no lo consigo?", "¿Y si me quedo en ridículo?". Esos pensamientos están ahí, pero quizá no los has puesto en palabras con claridad. Al ponerlos sobre papel los ves con otros ojos: dejan de arrastrarte de forma automática y puedes cuestionarlos.
Por ejemplo, si escribes “¿Cuál es la consecuencia real de que fracase?”, verás que muchas veces la respuesta no es tan catastrófica como lo pintabas. Este proceso de reflexión está respaldado por estudios sobre escritura expresiva que muestran que externalizar emociones complejas puede mejorar el procesamiento cognitivo y ayudar a soltar carga emocional.
Foto de Becky Fantham en Unsplash
¿Cómo usar este método para vencer el miedo al fracaso?
Primero, reserva un momento tranquilo. Hazlo cuando no tengas mucha prisa. Lee una de las preguntas que propone Jon Filitti y escribe sin censurarte, deja que fluya. No te pares a corregir cada frase; el objetivo no es perfección, sino liberación. Después, revisa lo que has escrito y fíjate en qué pensamientos han salido, qué miedos aparecen en tu narrativa:
- Reflexiona sobre cuándo te has arrepentido de no haber actuado debido al miedo: ¿Qué momentos aún te vienen a la mente y qué te detuvo?
- Piensa en la última vez que el miedo al fracaso o al rechazo te detuvo: ¿Cuáles habrían sido las consecuencias reales si lo hubieras intentado?
- ¿Qué sucedería si en lugar de preguntar: "¿Tendré éxito?" preguntaras: "¿Podré soportar si no tengo éxito?" ¿Cómo cambiaría eso tu deseo de actuar?
- Reflexiona si estás dispuesto a soportar el dolor del fracaso o preferirías vivir con el arrepentimiento de no haberlo intentado nunca. ¿Qué dolor es más liviano de llevar?
- Pequeñas sugerencias para intentar algo que causa miedo: ¿Qué temo que pase? ¿Cuál es el peor escenario posible? ¿Cuál es el resultado más probable?
Al verlo escrito, pregúntate: ¿es esto útil? ¿Me está ayudando? ¿Qué puedo hacer distinto? Este tipo de práctica te permite reescribir el guion interior: de "tengo que hacerlo perfecto o dejo de intentarlo" a "puedo intentarlo, aprender, ajustarme" y eso te da más seguridad.
Finalmente, la regularidad importa. No basta con hacerlo una vez y ya. Si conviertes esta escritura en hábito, cada vez que se asome el miedo sabrás qué hacer: abrir tu cuaderno, soltar, mirar y avanzar. Y recuerda: el objetivo no es eliminar el miedo, sino aprender a moverte a pesar de él, haciendo que deje de dictar tus límites.
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