Hay fenómenos globales que cambian tan de fondo que, a primera vista, no parecen estar conectados con la calidad de vida. La movilidad de las personas adineradas siempre se ha asociado con los impuestos bajos, la seguridad o el clima agradable, pero en 2025 está emergiendo un factor que hasta hace poco apenas se discutía fuera de foros especializados: la salud y su coste real.
Las decisiones de mudanza de muchos millonarios ya no giran únicamente en torno a cuánto pueden ahorrar al final de mes, sino a cómo y cuánto gastan para cuidarse o envejecer sin sobresaltos, de acuerdo a un informe reciente de Business Insider que desvela que individuos con grandes patrimonios están replanteándose sus destinos no solo por cuestiones fiscales o de estilo de vida, sino por el impacto de los costes sanitarios privados a largo plazo.
La firma Henley & Partners, especializada en movilidad de riqueza, señala que el coste de la atención médica privada se ha convertido en uno de los cinco factores más importantes a la hora de decidir una reubicación, junto a la gestión de riesgos geopolíticos, la optimización tributaria y los planes de legado familiar.
En 2025 las solicitudes para programas de residencia y ciudadanía aumentaron un 43 % respecto al año anterior, lo que indica que estas motivaciones ya no son marginales, sino parte central de las estrategias de vida de quienes pueden permitírselo.
Este cambio de prioridades tiene sentido si se consideran las disparidades crecientes en los costes de salud privada entre países. En mercados como Estados Unidos, Hong Kong o Singapur, los seguros médicos internacionales pueden alcanzar cifras exorbitantes anuales, superando los 15.000 dólares por persona antes de tratamientos o consultas rutinarias. Por el contrario, países como Italia, Portugal o Austria ofrecen atención de calidad a costes mucho más moderados, lo que los convierte en destinos atractivos para quienes desean asegurar una atención sanitaria eficiente sin sacrificar su patrimonio con gastos descontrolados.
Las consecuencias de esta reconfiguración son claras: la sanidad privada deja de ser un lujo opcional para convertirse en un criterio decisivo en la planificación vital de las fortunas. Y aunque tradicionalmente se pensaba que los millonarios podían permitirse incluso los sistemas sanitarios más caros sin pestañear, la realidad es distinta cuando se pondera el impacto acumulado a lo largo de décadas.
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Algunos expertos citados por Henley & Partners subrayan que no es lo mismo pagar 30.000 dólares al año por una póliza de salud que 10.000, especialmente si ese gasto se mantiene durante años con la intención de proteger a la familia y garantizar acceso a tratamientos de primera línea sin sorpresas económicas.
En este contexto, países tradicionalmente menos considerados por las grandes fortunas están comenzando a emerger como alternativas viables gracias a la relación coste-calidad de sus sistemas sanitarios. Portugal e Italia se citan con frecuencia por ofrecer una atención cuidada sin los obstáculos financieros que caracterizan a otros mercados, mientras que naciones de América Latina como Panamá o Costa Rica también ganan tracción gracias a una combinación de servicios médicos accesibles y estilos de vida atractivos para jubilados o familias adineradas.
Esta tendencia también pone de manifiesto una paradoja en las decisiones de movilidad: un territorio fiscalmente favorable o con clima idóneo puede resultar menos deseable si la salud cuesta un dineral. Un entorno que parece atractivo en términos de ingresos disponibles puede volverse menos sostenible si los gastos médicos erosionan la calidad de vida esperada en la jubilación o ante problemas de salud complejos. Por eso, cada vez más personas con patrimonio elevado se informan sobre índices de coste de salud internacional antes de elegir su próximo hogar.
Al final, lo que está cambiando es la percepción de que la salud es un lujo separado de la vida cotidiana: para los ricos de hoy, invertir en un entorno que garantice atención sanitaria asequible y de calidad se ha vuelto tan importante como pagar menos impuestos o disfrutar de mejores condiciones climáticas.
En un mundo donde las desigualdades en salud siguen marcando diferencias, esta nueva ola de migración millonaria proyecta un mapa en el que las rutas hacia la tranquilidad pasan por la calidad de la sanidad, no solo por las cifras en la cuenta bancaria.
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