Si hay rutinas matutinas que sacan de quicio incluso al hombre más paciente, rascar el hielo del parabrisas se lleva la palma. Con la llegada del frío, muchos se encuentran cada mañana con el coche convertido en un bloque helado y con esos veinte minutos perdidos intentando dejar el cristal lo suficientemente despejado como para llegar al trabajo. Una escena que todos hemos vivido alguna vez… y que siempre llega en el peor momento.
La buena noticia es que no hace falta resignarse. Hay formas sencillas de eliminar el hielo sin pelearse con el rascador y también trucos para evitar que el parabrisas acabe congelado.
De entrada, conviene recordar que todos los coches incorporan sistemas para desempañar y calentar la luna trasera, y algunos incluso cuentan con parabrisas calefactados mediante finísimos filamentos integrados en el cristal. Activarlos durante unos minutos facilita mucho la tarea, siempre comprobando antes que el tubo de escape esté libre para evitar sustos con los gases del motor.
Si el coche no tiene ese sistema, dirigir la calefacción hacia las ventanillas también ayuda, aunque sin pasarse. Un golpe brusco de temperatura puede causar una grieta, así que mejor optar por un calentamiento progresivo. Tampoco sirve de mucho poner la calefacción al máximo desde frío: hasta que el motor entra en temperatura, no expulsará aire caliente y lo único que conseguirás es respirar los gases que pueda liberar mientras rascas.
Y aunque la tentación esté ahí, verter agua caliente sobre el hielo nunca es una buena idea porque puede rajar el cristal con facilidad. La opción realmente eficaz y rápida es mucho más simple y económica: el alcohol al 70 %. Un pulverizador con alcohol isopropílico o el clásico alcohol de farmacia de 70 u 90 grados basta para deshacer la capa de hielo casi al instante.
Foto de Dan Senior en Unsplash
El alcohol, con un punto de congelación muy bajo, actúa disolviendo el agua sin riesgo para el cristal. Aun así, lo ideal es evitar llegar a ese punto. No siempre se dispone de garaje, pero proteger el parabrisas la noche anterior con un cartón, una manta o una lona funciona bien. Y si la protección se queda ligeramente adherida al cristal, basta con encender un momento la calefacción para retirarla sin problema.
Para los que buscan la opción más práctica y directa, el truco del alcohol vuelve a imponerse: rociar el parabrisas y las lunas antes de dormir reduce drásticamente la formación de hielo durante la noche. Un gesto rápido que simplifica la mañana y ahorra tiempo.
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