Cada vez son más los hombres de mediana edad que deciden pasar menos tiempo al volante, y no es por capricho ni por aburrimiento, sino por una mezcla de ansiedad laboral, estrés cotidiano y la búsqueda de un mejor equilibrio entre vida personal y profesional.
Han sido varias las investigaciones las que recogen cómo muchos varones en sus cuarenta y cincuenta años están replanteándose la rutina de conducir para ir al trabajo, hasta el punto de evitar el coche cuando pueden y optar por alternativas que… pues eso, les quitan presión.
Esa tensión no viene solo por los atascos o la gasolina cara, sino por la sensación de que cada día "toca pelear de nuevo con el tráfico" después de una jornada intensa de trabajo, algo que está ligado a estados de ansiedad que muchos describen como muy altos.
El fenómeno no se ve solo en zonas anglosajonas donde se han recopilado estas tendencias, sino también en estudios europeos y españoles sobre la ansiedad al volante que muestran que una proporción notable de conductores experimenta nervios o estrés al conducir, hasta el punto de evitarlo siempre que pueden.
En España, por ejemplo, investigaciones anteriores indicaban que más de la mitad de los conductores sufre algún grado de ansiedad al volante y que un 22 % experimenta una ansiedad significativa, algo que puede influir en la decisión de limitar los desplazamientos en coche cuando otras opciones están disponibles.
Esta tendencia se agrava en una generación que ya tiene responsabilidades laborales y familiares muy marcadas, y donde cualquier factor adicional de estrés (como una mala jornada de tráfico) pesa más que cuando se era más joven o sin tanta carga encima.
El teletrabajo también ha jugado un papel clave en este giro de tuerca. La pandemia demostró a muchos hombres de mediana edad que podían trabajar igual de bien desde casa sin tener que enfrentarse al ritual diario de coger el coche, aguantar atascos interminables y llegar al trabajo al límite de la paciencia.
Cuando reclaman flexibilidad o reducciones de jornada, no siempre lo hacen por vaga comodidad, sino por priorizar su bienestar mental y su salud general, rechazando esa especie de mantra de "hay que conducir al trabajo sí o sí".
En consecuencia, la escena habitual de la mañana en la carretera está cambiando, con menos coches y más personas buscando otras formas de desplazarse o simplemente quedándose en casa para evitar ese lastre de estrés diario.
Foto de Andrea Zanenga en Unsplash
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