Gretchen Rubin estudió Derecho en la Universidad de Yale. De hecho llegó a ser asistente legal de Sandra Day O’Connor, jueza del Tribunal Supremo y la primera mujer magistrada de la Corte Suprema de Estados Unidos, pero decidió dar un vuelco a su vida. Dedicaba su tiempo libre a investigar y escribir sobre temas que le fascinaban personalmente como la felicidad hasta que se dio cuenta de que quería dedicarse justo a eso: estudiar la felicidad.
Ahora es investigadora y experta en felicidad, y una de las más influyentes del mundo. Presenta el famoso podcast ‘Happier with Gretchen Rubin’ y sus libros, como ‘Objetivo: felicidad’, se han traducido a más de 30 idiomas. Pasó de abogada a referente en hábitos y felicidad y como experta escribía en la CNBC sobre cuáles eran las tres mejores lecciones para criar hijos felices y exitosos. Te las contamos.
No tienes que animar a tu hijo constantemente
Tendemos a pensar que felicidad y psicología positiva van de la mano y que la segunda implica que siempre tenemos que estar “bien” y que si queremos que nuestros hijos sean felices, tenemos que intentar a toda costa animarles. Está bien hacerlo, pero no es la solución mágica y permanente que imaginamos. Según Rubin, “hacemos a las personas más felices al reconocer que no se sienten felices”, es decir, usamos la inteligencia emocional para reconocer el malestar de otros y validar así sus emociones.
Las emociones son una especie de guía que nos permite saber qué necesitamos en cada momento. Todas y cada una de ellas tiene una función, también las mal llamadas emociones negativas, y es esencial que un niño aprenda a transitar también esas emociones desagradables, para lo que la validación emocional es clave. En lugar de decirle siempre a nuestro hijo que mire el lado bueno de las cosas o tratar de animarle todo el tiempo, algo que la experta asegura que es “inútil”, es más práctico que se sientan escuchados y validados. Por ejemplo, cambiar el “no es tan malo” por “entiendo que sea difícil para ti”, les ayuda a identificar esa emoción y gestionarla.
Muestra tu amor a través de la aceptación
Rubin asegura que “el amor es incondicional y exigente. Te acepta tal como eres y espera lo mejor de ti”. Es decir, que el niño se sienta aceptado tal y como es una verdadera muestra de amor, y no que intentes que cambie para adaptarse a lo que tienes en la cabeza que debería ser.
Además, la pedagoga Eva Bach aseguraba en su libro ‘La belleza de sentir’ que hay que cambiar el “te quiero por lo que vales, lo que haces y lo que logras”, por un “tú vales pero no te quiero por eso ni por lo que consigues o haces, te quiero porque eres y por quién eres y, aunque rompas mis esquemas y expectativas, te seguiré queriendo”. El amor por tu hijo no aumenta porque saque un 10 en matemáticas, y para su futuro, siempre será mejor aplaudir y valorar el esfuerzo que el logro en sí, porque aumentará más su motivación y autoestima.
Cuando eres amable contigo, eres mejor padre
Aquellos padres que se presionan a sí mismos experimentan tasas más altas de agotamiento y ser un buen padre no significa ser un padre perfecto. Cuando somos amables con nosotros mismos y cambiamos nuestra forma de tratarnos y exigirnos, “nuestras relaciones cambian”, asegura Rubin. “Un aspecto frustrante de la felicidad es que no podemos obligar a la gente a cambiar”, afirma, pero cuando cambiamos nosotros, nuestros hijos también cambian. Según asegura Rubin, por experiencia propia sabe que dormir más para estar menos irritable, ir más calmada o conservar su sentido del humor, hizo que sus hijas se volvieran “más tranquilas y alegres”. Es decir, cuando nos cuidamos, cuidamos mejor.
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Fotos | sali tabagari en Unsplash, Carlos Magno en Unsplash
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