Si pensamos en los 1440 minutos que tiene un día, reservar 10 minutos para no hacer nada más que hablar con nuestro hijo es una auténtica nimiedad que podemos llevar a cabo aunque seamos los padres más ocupados del mundo. Solo hay un requisito y es que como padres, debemos estar completamente presentes y mostrar un interés genuino por nuestros hijos. Nada de móviles, ni de tele, ni de distracciones. Solo 10 minutos de atención plena para fortalecer vuestro vínculo, mejorar vuestra comunicación, resolver conflictos y favorecer el desarrollo de la inteligencia emocional de tu hijo.
La regla de los 10 minutos, propuesta por la divulgadora de crianza Coach Mary en TikTok, sugiere dedicar, al menos una vez al día, diez minutos de atención plena y sin distracciones con tu hijo que se enfoquen en una conexión emocional con él. “Hay una regla de 10 minutos que resuelve el 80% de los conflictos entre padres e hijos, con una efectividad del 93%, incluso en los casos más complejos”, afirmaba Coach Mary, una experta en desarrollo infantil, en su cuenta de TikTok. No hemos encontrado esa evidencia científica tan categórica de la que habla, pero es cierto que la idea de dedicar 10 minutos diarios de atención plena y sin distracciones a los hijos se alinea con prácticas recomendadas por expertos en crianza y desarrollo emocional.
@coach.maryy The 10-minute rule that resolves 80% of parent-child conflicts (tested on 4,700 families) #parenting
♬ original sound - Coach Mary 💖
Aumentar vuestra conexión y su inteligencia emocional
Pasar 10 con nuestro hijo tiene un objetivo, y es aumentar vuestra conexión y desarrollar la inteligencia emocional. De hecho las investigaciones aseguran que pasar tiempo así con los niños, consigue reducir la ansiedad social y mejorar su comportamiento prosocial, cooperación y resiliencia. Es importante que esos diez minutos haya gestos físicos de afecto como caricias, abrazos, o cercanía física, ya que según esta investigación, mantener un contacto físico afectuoso se asocia positivamente con un aumento en los niveles de oxitocina, una hormona encargada de promover empatía, amor y vínculos sociales según los expertos.
Kenneth Barish, Doctor en Filosofía, afirmaba en Psychology Today que los padres deberían reservar 10 minutos antes de dormir y cada día, para que tengan la oportunidad de hablar y “aprovechar este tiempo para resolver los conflictos y malentendidos”, es decir, para fomentar la comunicación y la resolución de conflictos. “Estos pueden ser los diez minutos más importantes del día de un niño”, aseguraba Barish. Las relaciones se fortalecen cuando sentimos que nos escuchan y comprenden, y crear un espacio seguro para ello es un primer paso importante.
Lo mejor sería hacerlo como un ritual más antes de dormir, y esos diez minutos, dedicarlos a conflictos que hayan quedado sin resolver, o a tratar de conectar más con los niños. Recuerda que no hay ninguna distracción porque lo que haremos es hablar, cara a cara y con atención completa, practicando lo que en psicología se conoce como la escucha empática. No escuchamos para oír, sino para comprender de una manera que haga que los niños se sientan vistos y escuchados.
Según explicaba el neurocientífico y psicólogo Carl Nassar, “escuchar con empatía es un arte. Es el arte de escuchar a alguien de tal manera que se sienta verdaderamente escuchado, profundamente comprendido y genuinamente atendido”. Podemos empezar preguntando al niño qué es lo que más le ha gustado ese día, sin interrumpirle y dar respuestas de escucha activa como “entiendo”, “qué interesante” o parafrasear lo que dice el niño. Cuando nos lo hace otra persona, nos sentimos más comprendidos, así que úsalas con tu hijo.
Puedes preguntarle después si hay algo que le hubiera gustado que fuera diferente y darle las gracias por contártelo después de que te conteste. Así, fomentamos que sienta que contigo tiene un espacio seguro para hablar. En el caso de que haya un conflicto sin resolver, estos diez minutos son un buen momento para practicar con los niños la comunicación asertiva y entender su punto de vista y que ellos entiendan el nuestro.
Caroline Fleck, psicóloga y profesora adjunta en la Universidad de Stanford, asegura que si queremos explicar a un niño lo que ha hecho mal, antes tenemos que escuchar y sobre todo, validar las emociones de los niños, para luego indicarles qué hizo mal. Este momento de conexión puede ser un espacio en el que ahondar en esto porque igual que ellos te dicen que les hubiera gustado que fuera diferente, puedes compartir tú lo mejor de tu día y aquello que te ha gustado menos, como el comportamiento de tu hijo en una situación determinada.
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