En el cine siempre se habla mucho de la historia, la dirección o la música, pero pocas veces se pone el foco en algo tan esencial como lo que llevan puesto los personajes en pantalla. En 'Marty Supreme', la nueva película dirigida por Josh Safdie y protagonizada por Timothée Chalamet, la diseñadora de vestuario Miyako Bellizzi se ha convertido en una pieza clave a la hora de entender no solo la estética del filme, sino también la propia psicología del protagonista.
Desde el principio, Bellizzi tenía claro que el vestuario no podía ser un simple "ropa vintage", sino una extensión directa de quién es Marty Mauser, un personaje complicado, lunático y con una ambición desbordada que recuerda a "un niño disfrazado de hombre", en palabras que ella ha usado para describir su concepto del traje y la identidad del personaje.
Bellizzi, conocida por trabajos exigentes en películas como 'Diamantes en bruto', se enfrentó a un desafío enorme desde el primer momento: recrear de forma auténtica la moda de los años cincuenta a la vez que transmitía a través de cada prenda la tensión interna de Marty.
La diseñadora no se limitó a escoger ropa antigua, sino que construyó muchas piezas desde cero, pensando en lo que ese chico ingenuo y ambicioso quería proyectar al mundo. En ese sentido encaja a la perfección el uso de trajes con hombreras exageradas, pantalones de talle alto y colores que parecen demasiado formales para alguien tan emocionalmente inmaduro.
Los trajes de Marty no solo están hechos con precisión histórica, sino que cuentan una historia visual. Cuando Bellizzi explica la elección del traje gris de rayas, que Marty considera su "traje de héroe", lo hace pensando en un tipo que intenta desesperadamente parecer mayor, importante y con control, aunque por dentro todavía sea un soñador atolondrado.
Ese traje es, de alguna forma, su armadura y su disfraz, porque no es un adulto seguro de sí mismo, sino un crío con demasiadas ganas de creérselo, y la ropa ayuda a transmitir esa contradicción sin necesidad de palabras.
El proceso no fue simple: Bellizzi y su equipo trabajaron con referencias de la época, como fotografías y metraje en blanco y negro, para imaginar cómo se vería en color una moda que ya de por sí estaba en plena transición. Además, colaboraron estrechamente con Chalamet en cada prueba de vestuario, permitiendo que surgieran detalles orgánicos, como unos guantes rojos que Marty usa en una escena y que nacieron de la experimentación y el juego entre actor y diseñadora.
Marty quiere ser grande, quiere que la gente le tome en serio y quiere encajar en un mundo que le parece demasiado grande para él. Cada traje, cada textura y cada accesorio hablan de esa brecha entre lo que Marty quiere ser y lo que realmente es: un joven que aún no ha aprendido a dominar su vida pero que se mete en situaciones absurdas tratando de parecer que sí.
Más allá de ser una película de época o una comedia dramática sobre un prodigio del ping-pong, 'Marty Supreme' es también una lección de cómo el vestuario puede moldear una narrativa y añadir capas de significado a un personaje.
Bellizzi no solo vistió actores, sino que disfrazó sueños, inseguridades y contradicciones, haciendo que la frase sobre Marty suene tan natural como provocadora en el contexto de una película que, precisamente, explora cómo nos presentamos al mundo y qué hay debajo de esa apariencia.
Fotos de fandomwire.com | A24
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