El 80% de los alimentos infantiles en España suspenden el examen de la Organización Mundial de la Salud

Un estudio ha analizado más de 800 productos y más de la mitad tienen más azúcar del recomendado. Solo un 5% se etiquetan adecuadamente

Oms Suspenderia 80 De Los Alimentos Infantiles En Espana
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Anabel Palomares

Editor

Según un estudio reciente, y bastante revelador, la mayoría de los productos alimenticios para bebés que se venden en España no cumplen con los estándares nutricionales de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esa mayoría se acerca peligrosamente al 80% de los alimentos. Es decir, 8 de cada 10 potitos, galletas, zumos o papillas que se venden como “aptos para bebés” no lo son, al menos no según las recomendaciones de la OMS.

¿Qué dice exactamente la OMS sobre la alimentación en la infancia? Antes de contarte los datos del estudio, vamos a repasar las recomendaciones nutricionales de la OMS para los más pequeños de la casa. Recomiendan lactancia exclusivamente materna durante los primeros seis meses de vida y a partir del sexto mes, introducir alimentos complementarios que sean seguros, variados y adecuados nutricionalmente evitando azúcares añadidos, sal, edulcorantes artificiales y ultraprocesados.

Cuando se introducen más alimentos, estos deben ser con ingredientes naturales y mínimamente procesados, ricos en proteínas, hierro, zinc, grasas saludables, y otros nutrientes clave para el desarrollo. No es una sugerencia más, porque la OMS estima que, de seguirse bien, podríamos salvar más de 820.000 vidas al año en menores de 5 años solo por lactancia y alimentación adecuada.

Los alimentos para bebés que se venden en los supermercados españoles a examen. El análisis, publicado en el European Journal of Pediatrics y liderado por investigadores de la Universitat Rovira i Virgili, revisó 830 productos que se venden en supermercados españoles y los evaluó usando la herramienta de la OMS Nutrient and Promotion Profile Model (NPPM), que mide cómo de saludable es un alimento y cómo se promociona. Apenas el 23 % de los productos pasaron todos los criterios nutricionales.

Uno de los datos que más llama la atención es que más de la mitad de los productos (un 58 %) tienen más azúcar del recomendado y no se etiquetan adecuadamente. Según los datos del estudio, el 99 % de los purés de fruta analizados debería llevar un aviso que diga “alto en azúcar”. Además el 25% de los platos salados no tienen los niveles mínimos de proteína y de todos los productos analizados, tanto dulces como salados, el 27 % tiene una densidad energética insuficiente y 3 de cada 10 productos contienen azúcares añadidos o edulcorantes.

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El verdadero problema: la información que reciben los padres. Los alimentos infantiles se venden etiquetados en el 98 % de los casos con frases llamativas como “100 % natural”, “sin azúcares añadidos” o “desde los 4 meses”, que generan confianza en los padres pero no ofrecen la información real o completa de lo que le damos a los pequeños. Este tipo de mensajes crea lo que en psicología se conoce como el “efecto halo”: creemos que todo el producto es sano solo por esa frase.

Además, el estudio ha revelado que muchas de estas etiquetas van en contra de lo que recomiendan las autoridades sanitarias, como la lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses, cuando ponen que son aptas para niños a partir de los 4 meses. Solo el 5 % de los productos analizados ofrecía información clara y honesta sobre para qué edad estaban pensados, qué ingredientes llevan y cómo usarlos correctamente.

Lo que se come en los primeros años influye directamente en el desarrollo físico, cognitivo y emocional de los niños. Dar habitualmente productos con exceso de azúcar, pocas proteínas o calorías vacías puede llegar a provocar en el futuro sobrepeso infantil, caries, problemas metabólicos y enfermedades crónicas como explican desde Unicef.

Después de este análisis, ¿qué podemos hacer? Lo cierto es que este estudio es una oportunidad perfecta para reflexionar sobre qué le damos de comer a nuestros hijos, más allá de que las autoridades establezcan normas claras y firmes sobre qué se puede vender como comida infantil. A nivel individual, tenemos que aprender a leer el etiquetado de los productos, y tratar en la medida de lo posible, de elegir alimentos sencillos, naturales y prepararlos en casa. Si no es posible, los mínimamente procesados resultan más adecuados en una dieta saludable.

Aunque la publicidad infantil esté llena de colores, muñequitos y frases aparentemente saludables, debemos fijarnos más porque hay muchas etiquetas trampa. Lo que hay verdaderamente dentro es lo que cuenta, más allá de que tenga un packaging precioso.

Fotos | hui sang en Unsplash, Toa Heftiba en Unsplash, Imagen de freepik

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