Formado en Programación Neurolingüística y en Disciplina Positiva, el neuropsicólogo Álvaro Bilbao es formador, conferenciante y escritor, autor de ‘El cerebro del niño explicado a los padres’. Como experto en crianza consciente y padre, Bilbao usa las redes sociales para divulgar contenido a padres que quieren educar a sus hijos en positivo, y en uno de sus últimos post nos cuenta seis cosas que rompen la confianza de los niños y que muchos adultos desconocen.
No permitirle pasarlo mal
Podemos creer que la labor de los padres está en evitar el malestar de sus hijos a toda costa, pero es contraproducente. La psicóloga Iria Reguera, explicaba que todas las emociones son válidas y que lo que realmente importa es cómo las gestionamos y lo que hacemos con ellas. Si no dejamos que los niños las experimenten, no aprenderán esa gestión. “Si cada vez que se frustra le intentamos ayudar o si cada vez que se enfada le intentamos calmar, le estamos dando dos mensajes: no puedes estar mal y como padres creemos que tu solo no puedes gestionar estas emociones difíciles”, explica Bilbao. Con esto lo que estamos es impidiendo que desarrolle resiliencia e inteligencia emocional.
Corregirle delante de los demás
Evidentemente, como adultos encargados de la educación de los niños, tenemos que corregir ciertos comportamientos, pero Bilbao asegura que es importante “ser cuidadoso y si tienes que corregir o enseñar, intentar hacerlo fuera del foco de los demás”. El motivo es que al corregir delante de otros, como explica el experto, “estamos restándole valor a su autoconcepto y seguridad”. La psicóloga Laura Ruiz Mitjana, explicaba en Bebés y más que si le regañas en público se sentirá mal e incluso puede pasar vergüenza, dificultas la construcción de su grupo de referencia, promueves sentimientos de inseguridad y dañas su autoestima.
Compararle con otros
Bilbao lo resume estupendamente en una frase que podríamos tatuarnos: “los seres humanos valemos por nosotros mismos y no por la comparación con los demás”. Desde Psania nos advierten que el problema de la comparación es que “no nos permite valorar aquello que hemos conseguido o aquello que tenemos, sino que contribuye a que minimicemos nuestros propios éxitos, resultando dañina para nosotros y para nuestra autoestima”. Es decir, afecta a nuestro autoconcepto. En lugar de compararnos, o comparar a los niños con otros, Bilbao recomienda que les ayudemos a mejorar la relación consigo mismo sin compararle con otros.
Reconocerle únicamente por sus logros
La Dra. Yasmine Liénard afirmaba que los estímulos que recibimos cuando somos niños en forma de elogios, son clave para desarrollar confianza y autoestima. “El estímulo de los padres demuestra que están atentos y entusiasmados con los logros de sus hijos”, explica, porque “fomentar el progreso de un niño, lo estimula y lo alienta a hacerlo mejor en el futuro". ¿Significa eso que solo hay que elogiar los logros? Según Álvaro Bilbao, “tus hijos tienen un valor mucho mayor que sus logros”. Está bien decirles que han hecho un dibujo muy bonito, pero “si solo admiras sus resultados nunca verán su auténtico valor”, explica.
La pedagoga Eva Bach aseguraba en Eldiario.es que “asociar la autoestima al elogio y al refuerzo positivo puede acabar generando una gran autoexigencia en los niños y su adicción al logro y al reconocimiento externo”. Bach asegura en su libro ‘La belleza de sentir’ que la autoestima del logro acaba promoviendo el “te quiero por lo que vales, lo que haces y lo que logras”, cuando en realidad debemos fomentar un “tú vales pero no te quiero por eso ni por lo que consigues o haces, te quiero porque eres y por quién eres y, aunque rompas mis esquemas y expectativas, te seguiré queriendo”.
Evitar conversaciones difíciles
A veces caemos en el error de ocultar situaciones complicadas o evitar tocar temas delicados por miedo. Según la terapeuta infantil Kelsey Mora, "cuando evitamos lo incómodo o lo desconocido, enseñamos a los niños que esas conversaciones no tienen cabida en casa”, y cuando a los niños les toque vivir cosas difíciles, no se sentirán con la confianza o seguridad de comunicarlas.
Las conversaciones difíciles sobre sentimientos, sexo, obligaciones o límites les ayudan a crecer porque permiten que tengan una imagen ajustada de la realidad. “Ser condescendiente y evitar conversaciones no le ayudarán”, explica Bilbao, que añade que aunque debemos cuidar nuestras palabras, no deberíamos “evitar conversaciones que le pueden ayudar a crecer".
Darle demasiada responsabilidad emocional
Si tuviéramos que resumir este punto en una frase, sería con esta de Bilbao: “Deja a tus hijos ser niños y no les cargues con responsabilidades que no les corresponden”. Antes de asumir responsabilidades, los niños deben ser niños. Ni más ni menos. De lo contrario corremos el riesgo de que se produzca una parentalización que, según los expertos de CSC, es “un patrón con terribles consecuencias a corto, medio y largo plazo para el desarrollo emocional, psicológico y afectivo de los menores”.
Esto no significa que el niño no deba tener responsabilidades, significa que estas deben ir acordes a su edad. La psicóloga infantil Noelia Sosa explicaba a Bebés y más que "la clave está en animar a un niño a ayudar en tareas acordes a su edad, pero detenerle si pretende asumir otras de adultos".
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Fotos | Álvaro Bilbao, Hoi An Photographer en Unsplash
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