Lo que más me gusta de ser madre es que soy distinta a lo que siempre pensé

Lo que más me gusta de ser madre es que soy distinta a lo que siempre pensé
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Lo del instinto maternal es una patraña, yo no lo tenía en absoluto, jamás jugué con muñecas cuando era niña, nunca se me caía la baba cuando veía un bebé (es más, los prefería tener bien lejos), aún así afronté la maternidad con ilusión y parece que no se me da del todo mal, pero eso sí, me convirtió en alguien diferente a lo que era antes. La sorpresa diaria está asegurada, incluso ves que como madre eres muy distinta de como siempre habías pensado.

He aprendido a tener más paciencia

Como madre no puedes estar encima de tus hijos todo el tiempo como un helicóptero, y aunque a veces te gustaría controlarlo todo para que no se caigan, para que no tengas rabietas, para solucionar sus problemas en cuanto se los encuentran, en ocasiones, dejarlo fluir, mirar hacia otro lado, respirar hondo y no hacer nada, es la mejor solución.

Como madre te haces poseedora de una paciencia infinita, cuando los niños no duermen, cuando no comen, cuando tienes que repetir las cosas 50 veces, cuando no paran de pelearse, cuando recoges toda la casa y ves que al cabo de cinco minutos vuelve a estar todo desordenado. Nunca pensé que podría tener tanta paciencia, pero gracias ella puedo seguir adelante.

Acepto a mis hijos tal y como son

Los hijos son seres libres, no lo que nosotros queramos que sean. Puede que el pequeño sea más tozudo que lo que me gustaría, que el mayor sea más vaguete de lo que pensaba, pero son mis hijos y les quiero igual. Me gusta no ser tan exigente como lo era antes de ser madre y tener una visión más amplia de la personalidad, para lo bueno y para lo malo.

Eso también me ha hecho aceptar al resto de las personas tal y como son, a entender que las imperfecciones también te hacen único, y que nuestro defectos nos identifican tanto como nuestras virtudes. No quieras cambiar a nadie y aprécialos tal y como son.

Puedo ser una sargento de hierro

Nunca creí que tuviera tanta mano dura como para dar órdenes y poner a todo el mundo firme. Es una habilidad que mis hijos han sacado de mí con el tiempo y con sus negativas a cumplir órdenes a la primera.

Pero también la madre más dulce del mundo

Aunque es verdad que en el fondo soy una blanda y me derrito con ellos. Son tan achuchables que nunca me canso de darles mimos (y eso que por lo general soy una persona poco emotiva). Así que ahora me he convertido en una persona mucho más tierna y amable de lo que era. ¿Me habré vuelto maternal?

He aprendido empatía

Si antes me horrorizaba con las noticias negativas que llegan del mundo, ahora mucho más. Cualquier desastre y suceso te pone la piel de gallina porque piensas ¿y si fueran mis hijos?

También he aprendido a leer las emociones en la cara y en las actitudes de mis hijos. A adivinar lo que sienten y lo que van a hacer antes que ellos mismos. Y ponerte en la piel de los demás siempre es importante.

La intuición se me ha agudizado hasta alcanzar el nivel de superpoder

Preveo los problemas antes de que pasen. Sabes cuando los niños te la van a liar antes de que lo hagan. Al aprender a leer mejor las emociones en los demás, ves las cosas antes de que sucedan. Llámalo intuición de madre o superpoder.

Aprovecho al 100% mis ratos libres

Estoy tan acostumbrada a tener cero tiempo para mí que cuando lo tengo, lo disfruto el doble. Ya sea para leer un libro, tomar una copa con las amigas o trabajar, hacer deporte, cuando tengo un minuto libre me sabe a gloria. Y apreciar la felicidad de las pequeñas cosas es una cualidad que me encanta.

Nadie es más multitarea que una madre

Las madres podemos hacer varias cosas a la vez y multiplicar nuestra productividad por mil. Los departamentos de RRHH no saben lo que se están perdiendo con nuestro potencial multitarea. La procastinación y el estar horas sin hacer nada no son propios de una madre que sabe que cualquier minuto cuenta.

Desde que soy madre soy capaz de tener cientos de cosas en la cabeza, todas organizadas, priorizadas, y (casi) llegar a todo. Incluso a solucionar emergencias y urgencias de manera eficiente y rápida.

Pero también me he vuelto más divertida

Imposible no sacar tu lado más gamberro con los niños. Estar con ellos te quita años de encima y te hace recordar la niña que un día fuiste y ya no recordabas. Las risas con tus hijos valen oro puro.

Lo que me queda claro es que desde que soy madre no soy la misma que era antes, es una experiencia que te cambia la vida (en todos los sentidos), que te transforma por dentro hasta volverte (quizá), mejor persona.

Fotos | Los chicos de mi vida, Modern Family

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