Tía Pecu. Así es como se dirigen cariñosamente los miembros de la familia real a Irene de Grecia. Pecu, de peculiar y por el simple motivo de que ni se ha casado ni ha tenido hijos. Ojo, que no por decisión propia. Se ha enamorado y le han salido pretendientes de debajo de las piedras, pero contaba con el jurado del amor más estricto entre los royals: su madre y su cuñado.
Me refiero a la reina Federica y a Juan Carlos I. Ambos querían lo mejor para la princesa, sí, pero tantísima exigencia dinamitó a cada uno de sus posibles maridos. Según Eva Celada, biógrafa autorizada por la hermana de la reina Sofía y quien apodó a la última como 'La princesa rebelde', fueron tres los que intentaron enamorarla/pertenecer a la familia real griega y española:
Mauricio de Hesse, primo de Irene y casado, a posteriori, con la princesa Tatiana de Sayn-Wittgenstein-Berlebutg; el príncipe Miguel de Orleans, casado con Beatriz de Orleans, relaciones públicas de Dior; y Harald, ahora rey, hijo del Olav V de Noruega y desposado con Sonja Haraldsen, la cual se convirtió en la primera plebeya con acceso al trono. Ninguno apasionó a la reina Federica.
Juan Carlos I entra en acción
Cabe destacar que hubo un intento de unir al emérito con su actual cuñada. No ocurrió, pero el primero desarrolló por ésta un sentimiento de protección que afectó a su vida amorosa. Según escribió Pilar Eyre, el padre de Felipe VI habló muy clarito con Gonzalo de Borbón, también primo de Irene, y "lo cogió por banda y le dijo que, si aquello continuaba adelante, lo expulsaría de España", advierte la periodista, haciendo alusión a que "Gonzalo, al que tampoco le debería gustar mucho la princesita griega, obedeció sin rechistar".
Ahora entra en escena Jesús Aguirre (sí, a mí también me parece un casting de 'Mujeres y Hombres y Viceversa' versión sangre azul), ex sacerdote jesuita y futuro marido de la icónica Cayetana de Alba. Parecía el hombre perfecto y le enviaba constantemente poemas a la princesa, pero tampoco le cuadró al emérito.
Eyre confesó que existió una conversación telefónica entre ambos señoros, que ella misma recreó y dice así: "Oye, tú, deja en paz a mi cuñada, que es una inocente y todo se lo cree... No la enredes, no quiero que vuelvas a llamarla", apunta la escritora, mencionando que dicha llamada provocó que Irene le quitara la palabra a Juan Carlos durante un tiempo.
El último casi amor de Irene de Grecia lo hizo público Jaime Peñafiel y no es otro que Alfonso Escámez, el que fuera el presidente del Banco Central. El escritor fecha este supuesto idilio en los primeros años de la década de los noventa y revela que era él el que financió la oficina donde la hermana de la reina Sofía se dedicaba a su ONG, siendo este el lugar donde la princesa se reunía con Eva Celada, su ya mencionada biógrafa.
Fotos | Gtres
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