Anabel Palomares
EditorCuando saltó la noticia del robo de ocho objetos de la Galería de Apolo del museo del Louvre en París, no pude evitar pensar en la serie de ‘Lupin’ en Netflix o de cómo Brad Pitt y George Clooney robaban en ‘Ocean's Twelve’ con planes que tardaban meses en urdir. Lo que ha pasado este fin de semana no ha sido menos y aunque se ha tardado apenas unos minutos en robarlo, es evidente que no fue algo casual sino planificado.
Cronología de un robo: siete minutos y a plena luz del día. Según el diario francés Le Parisien cuatro ladrones, enmascarados y encapuchados, entraron al Museo por la fachada que da al Sena alrededor de las 9:30 h. Las obras del museo facilitaron el robo, porque accedieron directamente a la sala de joyas de la Galería Apolo a través de una plataforma elevadora. Tuvieron tiempo de forzar una ventana y destrozar dos vitrinas de alta seguridad en una operación que el ministro del Interior Laurent Núñez asegura que fue “de gran envergadura y muy organizada”. Una vez en su poder, descendieron por el mismo camino y escaparon montados en motos. Los ladrones solo tardaron siete minutos en marcharse en moto con ocho objetos de la época napoleónica, dejando caer un noveno al salir, la corona rota de la esposa de Napoleón III.
Se hizo a plena luz del día, a solo 280 metros de la Mona Lisa y media hora después de la apertura del museo, pero en un comunicado del Ministerio de Cultura, se aseguró que “las alarmas se activaron. En el momento del allanamiento, que fue particularmente rápido y grave, los cinco empleados del museo presentes en la sala y áreas adyacentes intervinieron de inmediato para aplicar el protocolo de seguridad”. No sirvió de nada porque ahora el Louvre ha perdido joyas de un valor incalculable. El presidente francés Emmanuel Macron aseguró que esto era un “un ataque a un patrimonio que apreciamos porque es nuestra historia”, pero merece la pena preguntarse por qué ocurrió.
El collar y los pendientes de esmeraldas de la emperatriz María Luisa y el conjunto de zafiros de la reina María Amelia y a la reina Hortensia que han sido robados
El problema detrás del robo. Existe una relación evidente entre el turismo masivo de este museo (el más visitado del mundo con casi nueve millones de visitantes), los recursos de seguridad y la vulnerabilidad que aumenta por las obras de remodelación del museo. “Sabemos que existe una gran vulnerabilidad en los museos franceses”, declaró Nuñez, recordando que el Ministerio de Cultura ha lanzado un “plan de seguridad” que incluye al Louvre, pero según un empleado del propio museo contactado por Le Monde, la galería en la que se produjo el robo está vigilada por cinco empleados en lugar de los seis habituales. El robo se produjo durante el descanso de 30 minutos de uno de sus empleados, y en ese momento solo había cuatro presentes.
Aunque en 2023, el Louvre decidió limitar el número de visitantes a solo 30.000 por día, un tercio de su límite anterior, los sindicatos advirtieron en junio de este año que la seguridad no era suficiente para cubrir las entradas y salidas teniendo en cuenta el número de visitantes. Si a esto le sumamos la facilidad que encontraron los ladrones para acceder al museo gracias a las obras, tenemos el cocktail perfecto para un robo a la altura de una película de Steven Soderbergh o Guy Ritchie.
Un robo que pone en jaque a toda Francia. El efecto mediático de un robo de este calibre en un museo icónico como el Louvre es más que notable. Primero porque un robo así activa instantáneamente a medios de comunicación de todo el mundo, convirtiendo al museo y al robo en trending topic global. Los medios analizan y critican la seguridad del museo y se abren debates públicos sobre financiación, medidas de seguridad y el equilibrio entre el acceso al público y la protección del patrimonio. Y sobre política. El líder de ultraderecha Jordan Bardella ha utilizado el caso para atacar al presidente de Francia asegurando que “este robo, que permitió a los ladrones robar joyas de la Corona francesa, es una humillación insoportable para nuestro país. ¿Hasta dónde llegará la decadencia del Estado?”.
Aunque todo esta conversación puede reforzar la fama del museo y su relevancia global, el caso ha revivido viejos traumas como cuando en 2010 Vrejan Tomic robó cinco obras en el Museo de Arte Moderno y ninguna fue recuperada. A mediados de septiembre, se robaron seis kilos de oro nativo valorados en 600.000 euros del Museo de Historia Natural, y también en septiembre, se robaron piezas con valor de 9,5 millones de euros en un museo de cerámica francés.
La historia oculta de robos menos conocidos del Louvre. El robo más conocido en el Louvre fue el de la Mona Lisa en 1911 por un ex empleado del Louvre llamado Vincenzo Perugia que quería devolverla a Italia. Dos años más tarde intentó venderla en Florencia y fue devuelta al museo. Lo curioso es que en aquel entonces, la obra de Da Vinci no era la famosa pintura que es hoy, pero el robo contribuyó a su fama mundial. No fue el único.
En 1966, se robaron joyas cuando volvían al Louvre después de prestarse a un museo de Virginia. En el año 1976, en enero se robó una pintura flamenca del museo y en diciembre, la espada del rey Carlos X que aún no ha sido recuperada. En 1983, robaron dos piezas de una armadura italiana del siglo XVI que reaparecieron en 2021, y en 1990 unos ladrones se llevaron un pequeño cuadro de Renoir del Louvre a plena luz del día. En 1998 se robó una pintura de Camille Corot que nunca se recuperó. Lo que pasará con las joyas robadas en 2025 es algo que aún está por ver, pero mientras, el caso seguirá siendo noticia a nivel mundial y quién sabe, quizá sirve de inspiración para una película.
Fotos | Mika Baumeister en Unsplash
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