Las pinturas de Nigel Van Wieck podrían describirse como la obra de un Hopper moderno: mujeres iluminadas por la luz de su Mac en la penumbra de su habitación, viajeros pensativos en el metro, turistas solitarios en un entorno que parece desértico cuando en realidad debería estar abarrotado... Y es que en los cuadros de Wieck, la melancolía y la soledad son un personaje más.
Nigel Van Wieck nació en Bexley, Kentel, Reino Unido, en 1947 y estudió en Europa, conociendo la obra de los grandes maestros, sus estilos y estética hasta desarrollar la suya propia.
No obstante, se mudó a Estados Unidos en el año 1979, donde recibió la influencia de los realista norteamericanos contemporáneos. Inevitablemente, se acabó convirtiendo en uno de ellos y lleva más de tres décadas explorando las posibilidades de esta corriente en Nueva York, donde vive y trabaja.
El artista suele pintar directamente con el óleo o pintura al pastel sobre el lienzo. Se inspira directamente de escenas de la vida real, como un fotógrafo que consigue capturar con su objetivo un instante pasajero de belleza.
Aunque, cuando prepara una obra, lo hace observando a sus modelos y se vale de fotografías, su mejor fuente de inspiración es la memoria y es que, una de las máximas del pintor es que "la realidad es mucho mejor cuando se imagina".
Sus escenas cotidianas parecen narraciones. Una historia y una realidad que se presentan in media res y de la que tenemos que imaginar el nudo y el desenlace, representado con un juego de luces y sombras muy característico sobre el lienzo.
Desde finales de los 80, realiza series temáticas como Working Girls, jugadores y baile. Además, en 1995 expuso en la Exposición del Centenario del Bienal de Venecia y su obra es muy cotizada por coleccionistas de todo el mundo.
Fotos | Nigel Van Wieck.