En lo alto de un escarpado peñón calizo, a 1.300 metros de altitud, Cantavieja se erige como la histórica capital del Alto Maestrazgo, un lugar donde el encanto del pasado, la arquitectura y la naturaleza se dan la mano para ofrecer una experiencia única a los viajeros. Su situación estratégica, marcada por siglos de frontera y conflicto, ha moldeado un pueblo que combina lo imponente de sus construcciones con la riqueza de sus relatos: desde los asentamientos íberos hasta las Guerras Carlistas, pasando por la presencia de templarios y sanjuanistas, cada piedra de Cantavieja tiene algo que contar.
Su casco histórico, declarado Bien de Interés Cultural, invita a callejear por un trazado medieval lleno de rincones para dejarse sorprender. Las calles estrechas y empedradas, flanqueadas por casas de aire señorial, llevan hasta la emblemática Plaza Mayor porticada. Allí se alzan la Casa del Concejo, de origen gótico, y la Iglesia de la Asunción. Esta última, de estilo barroco y con una portada y pórtico góticos, fue diseñada por Antonio Nadal, que quedo tan orgulloso del resultado que se le atribuye la cita: “Ni una igual en Roma”. Muy cerca, la iglesia de San Miguel y el antiguo hospital barroco de San Roque completan un recorrido que combina arte, historia y fe.
No obstante, la historia de Cantavieja también se cuenta a través de los personajes que marcaron su devenir. Ramón Cabrera, conocido como “El Tigre del Maestrazgo”, tuvo aquí su residencia y convirtió la villa en un enclave estratégico durante las Guerras Carlistas. El Museo de las Guerras Carlistas permite conocer la historia de este líder y las batallas que se libraron desde Cantavieja, así como la vida cotidiana de la época, a través de objetos, documentos y restos arquitectónicos que han sobrevivido al paso del tiempo.
Otros edificios emblemáticos, como la Casa Bayle o el torreón que preside el municipio, también reflejan la historia de la localidad, sirviendo como testigos de combates, refugios y la vida cotidiana de sus habitantes. Pero Cantavieja no se limita al pasado. La naturaleza que rodea el pueblo ofrece un contrapunto o complemento perfecto para quienes buscan relajarse o practicar senderismo.
Caminando por sus rutas, como el Mirador de la Tarayuela o la Fuente de la Faldrija, se pueden contemplar paisajes espectaculares y avistar la fauna local: buitres leonados, cabras montesas e incluso algún tejón curioso. El río Cantavieja añade serenidad al entorno, mientras que las masías dispersas por la comarca, entre montes y barrancos, muestran cómo generaciones de habitantes han aprovechado la montaña para la agricultura y la ganadería.
Además, hay habilitadas áreas de pernocta acondicionadas para quienes viajen en autocaravana, lo que facilita disfrutar de un fin de semana completo entre monumentos, senderos y buena gastronomía local. Porque Cantavieja es un destino que mezcla la majestuosidad de sus monumentos con la calma de la montaña y la riqueza de su pasado. Un fin de semana aquí es un sueño para quienes buscan un destino de los que no se olvidan.
Foto de portada | Cantavieja turismo
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