Aielo de Malferit es un pequeño municipio valenciano que no es tan famoso por su nombre como por el del que fue su vecino más célebre. Fue la tierra que vio nacer a Nino Bravo, la voz que convirtió “Libre” y “Te quiero, te quiero” en himnos eternos. Pero más allá de su vínculo con el cantante, Aielo es una joya escondida de la Vall d’Albaida donde la historia, el paisaje y las tradiciones se entrelazan tan perfectamente como en una balada bien compuesta.
De apenas 4.600 habitantes, visitarlos es viajar por la historia de España, desde los restos de la Edad del Bronce hallados en sus montes hasta su palacio renacentista del siglo XV (el Palau dels Marquesos de Malferit, hoy sede del ayuntamiento). Además, el pueblo conserva cada una de sus etapas con orgullo y se hace visible en sus fachadas barrocas, balcones modernistas e incluso relojes de sol.
No obstante, uno de sus grandes tesoros es el Museo de Nino Bravo, un espacio en el que se guardan más de medio millar de objetos cedidos por su familia y sus fans. Es imposible no emocionarse al ver los trajes, fotografías y discos que relatan la meteórica carrera del cantante, truncada demasiado pronto. Allí es su viuda, María Amparo Martínez Gil, quien capitanea gran parte de las actividades dedicadas a Bravo, como la ruta turística 'Destino Nino'.
Aunque Aielo tiene otro capítulo curioso en su Fábrica de Licores J.J. Mompó, fundada hace más de un siglo. Allí se elaboró una bebida llamada “Nuez de Kola-Coca” mucho antes de que la Coca-Cola se hiciera mundialmente famosa. La leyenda cuenta que la marca estadounidense se inspiró en esta fórmula valenciana (que todavía se comercializa). Sea mito o verdad, lo cierto es que los licores locales de hierbas, café o anís siguen siendo el mejor souvenirs.
Comunitat valenciana
Patrimonio, naturaleza y buena mesa
También merece la pena detenerse en la Iglesia de San Pedro Apóstol, del siglo XVIII, o en el Hospital de la Beneficencia, con su elegante aire modernista. También en los puentes históricos del río Clariano, como el de la Arcada (que data de 1806) o el de Allà Baix, del siglo XVI, perfectos para una sesión de fotos al atardecer.
Aunque si lo tuyo es caminar y el senderismo, Aielo está rodeado de naturaleza: la Serra Grossa, la Solana y la Serratella ofrecen rutas como la Senda del Barranc de la Fos o la Senda de l’Ombria, donde el paisaje combina pinares, barrancos y antiguos poblados árabes.
Y, como en toda escapada valenciana que se precie, aquí también se come de maravilla. Su cocina gira en torno al arroz (ya sea al horno, caldoso o con alubias y nabos) y los embutidos artesanales. En Pascua no falta el pa socarrat y, en invierno, los dulces de boniato o los carquinyols acompañan el café con licor.
Fiestas con historia y pueblo con alma
Si planeas visitarlo en verano, reserva las fechas del 5 al 8 de agosto porque son las fiestas de moros y cristianos, con desfiles, embajadas y una toma nocturna del castillo muy pintoresca. También celebran con entusiasmo San Antonio, la Semana Santa o la Cassoleta, justo antes del Miércoles de Ceniza.
Porque, sobre todo, Aielo de Malferit conserva algo que no se puede fabricar: autenticidad. Tal vez por eso, al recorrerlo, uno siente que Nino Bravo no se fue del todo. Sigue ahí, en el aire, como un eco de su música que se mezcla con el sonido del río Clariano y con el aroma del anís que sale de las destilerías.
Foto de portada | Comunitat valenciana
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