La productividad detrás de la pereza o cómo la procrastinación es justo lo que necesitas para conseguir tus objetivos

Podría ser el santo grial del desarrollo personal aunque te hayan hecho creer que es de vagas

Procrastinar Pereza Y Productividad
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Anabel Palomares

Editor

Todos tenemos una amiga que siempre tiene una lista de tareas interminables que deja para el último minuto o que pospone una y otra vez aquello que sabe que debería hacer. Si no la tienes, es que eres tú. Y si no conoces a nadie, lo arreglamos fácil porque la amiga que procrastina soy yo. Procrastino en el trabajo pero también fuera de él. Hasta hace no mucho pensaba que era algo horrible, uno de mis peores defectos, pero ¿y si no fuera tan malo procrastinar? ¿Y si la procrastinación, bien entendida, es una forma de alcanzar tus objetivos? Quizá en esa pereza se esconde el santo grial del desarrollo personal.

Por qué procrastinamos según la ciencia. La procrastinación no es una cuestión de pereza o de que seas vago. Está profundamente arraigada en nuestro cerebro y nuestro comportamiento y se relaciona con problemas en la gestión de las emociones durante momentos de estrés y ansiedad. En algunos casos, la procrastinación puede llegar a ser funcional. Por ejemplo, posponer una tarea para que nuestras ideas maduren o para recopilar más información antes de actuar. Pero hay una última razón por la que posponemos las tareas, una explicación en la que quizá no habíamos caído y es que según John Perry, profesor de filosofía de la universidad de Stanford, la procrastinación nace del perfeccionismo.

El perfeccionismo y la procrastinación. W. Brad Johnson y David G. Smith decían en Harvard Business Review que “si los perfeccionistas tienen éxito en el trabajo, es a pesar de su perfeccionismo , no gracias a él”. Sin embargo, parece haberse convertido en una cualidad deseable. Se estima que en España entre el 2,1% y el 7,9% de la población presenta rasgos perfeccionistas. “Mi mayor defecto es que soy muy perfeccionista” es una frase que solíamos decir en las entrevistas creyendo que autodenominarnos perfeccionistas era en realidad una virtud. Nada más lejos de la realidad.

El perfeccionismo es, según los expertos de Área Humana, una tendencia a “estándares excesivamente altos de desempeño en combinación con una evaluación posterior excesivamente crítica”, además de un miedo a cometer errores y una baja tolerancia a la frustración. Se basa, según Chris Guillebeau, en un sistema de creencias que puede “limitar todo tipo de habilidades”, hasta completar las tareas más sencillas. Por eso puede conducir a la procrastinación. Si pensamos en que temen el fracaso, la mejor forma de evitar fracasar es, o no hacer nada o postergar la finalización de algo que se termina quedando atascado.

@palomaaruiiiz

Me lo tomo a chiste :))

♬ Anxiety - Doechii

Cuando procrastinar te ayuda en el desarrollo personal. Ahora podemos entender que esa procrastinación que nace del perfeccionismo puede provocar algo muy interesante: nuestro desarrollo personal. A veces, procrastinar alimenta nuestra creatividad por un fenómeno conocido como incubación: nuestro cerebro sigue pensando en esa tarea pendiente mientras hacemos otras cosas. Es más, este estudio observó que los empleados que procrastinan de forma moderada tienen ideas más creativas que aquellos que actuaban de inmediato.

Procrastinar también podría ser un filtro de prioridades que nos ayude a reajustar el foco en lo que verdaderamente importa. Puedes hacer una lista de tareas que llevas tiempo evitando y preguntarte si realmente necesitas hacerlas y se alinean con tus objetivos, o si llevas semanas posponiéndola porque, quizá, no sea tan importante como pensabas. La evitación de la tarea nos puede servir también para hacer un ejercicio de introspección que aumente nuestra autoestima. Pregúntate qué hay detrás de posponer tanto algo. ¿Miedo? ¿Inseguridad? ¿Falta de preparación? Puede que andes escasa de motivación. Sea lo que sea, la procrastinación puede hacer que te plantees preguntas y que avances con sus respuestas.

La pereza revolucionaria de la procrastinación. El filósofo Juan Evaristo Valls afirmaba en la presentación de su libro ‘Metafísica de la pereza' que “no hay nada que no esté contaminado por el exceso de productividad, por la sensación de fracaso continuo. Sometida la vida a esa lógica, los vínculos se rompen, se fragilizan”. Somos una generación fatigada, agotada de los ritmos frenéticos, de lo que nos exigen y nos exigimos.

El trabajo domina el curso de nuestras vidas y en esa lucha constante por ser más y más productivas, la pereza y la procrastinación de las tareas se convierten en una auténtica revolución. Una revolución necesaria para ser más creativas pero sobre todo, para crecer a pesar de todos los que se empeñan en que solo nos centremos en producir. Como si fuéramos máquinas. Procrastinar para avanzar porque en esa procrastinación sí queda algo de tiempo para soñar e ir a por los sueños.

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