De esta forma tienes que podar las orquídeas para que florezcan tan espectaculares como la primera vez

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Con sus llamativas flores de formas exóticas y caprichosas en distintos colores, la orquídea es una planta de interior muy popular en los hogares españoles. Esto también se debe, en gran parte, a que es resistente y fácil de cuidar y a que podemos conseguir que florezca todos los años siguiendo unos consejos.

A la hora de cuidar las orquídeas, la poda es una de las tareas que más solemos olvidar. Sobre todo, porque a muchas personas les da miedo meter la tijera por miedo a dañar la planta irreparablemente. Esto es un error ya que, además de potenciar la floración, la poda permite que la planta crezca más fuerte. Además, las podas también pueden ayudarnos a combatir las plagas que pueda sufrir.

Como regla general, el mejor momento para realizar la poda de la orquídea es después de la floración, justo cuando la planta entra en reposo. Eso sí, hay que conocer el tipo de orquídea porque cada especie tiene sus propias particularidades. Una vez que sepamos cuándo hay que podar la orquídea, podemos proceder a ver cómo hacerlo.

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Es un proceso sencillo, pero hay que ejecutarlo bien para evitar daños irreparables o que los cortes puedan infectarse. Para esto último, es importante tener unas tijeras de podar en perfecto estado, para poder realizar cortes limpios, y siempre desinfectadas con alcohol.

En el caso de que vayas a podar varias orquídeas, tendrás que desinfectar la tijera antes de empezar con un nuevo ejemplar. De este modo, evitaremos pasar la posible infección de una planta a otra. La vara floral, una vez acabada la floración, debe ser el objeto principal de la poda ya que será beneficioso para el crecimiento de nuestra planta.

Tras la floración, la planta no tendrá que concentrar allí su energía. Así que, al cortar, hay que hacerlo siempre por encima del nudo, para poder promover una nueva floración. No obstante, antes de cortar, hay que observar sin han crecido keikis o hijuelos, nuevas plantas que aunque en origen pueden ser una única hoja nueva, esta puede llegar a convertirse en una orquídea nueva. En este caso, hay que evitar podar la vara para ver cómo se desarrolla.

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Además de podar las varas florales, es importante también retirar las hojas amarillas. De este modo, la planta no concentrará energía en estos elementos y permitirás que entre más luz y aire al tallo. Y es que las raíces también son una parte importante a la hora de podar. Sobre todo, cuando vamos a trasplantar la orquídea, un momento en el que podemos eliminar las raíces secas o que están en mal estado.

Al margen del momento del trasplante, es posible que si te pasas con los riegos también debas podar las raíces porque las orquídeas no soportan el encharcamiento y se pueden pudrir. Por último, tras la poda, tanto de las raíces como de las varas, hay que sellar los cortes para acelerar la curación de las heridas y evitar que los hongos penetren en ellas. Para curarlas puedes utilizar fungicidas naturales como la canela.

Foto de portada | Earl Wilcox

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