Michael Douglas ha pasado más de medio siglo en la industria del cine, ha ganado dos premios Oscar y ha construido un legado propio, incluso bajo la imponente sombra de su padre, Kirk Douglas. Pero según sus propias palabras, su mayor éxito no está en la taquilla ni en la alfombra roja. "Mi golpe de suerte verdadero fue casarme con Catherine Zeta-Jones", confesó en una entrevista reciente en el Festival de Cine de Taormina, dejando claro que su historia de amor sigue siendo el centro de su vida.
Douglas y Zeta-Jones llevan 24 años casados, con altibajos, distancia y reconciliaciones públicas. Pero a diferencia de tantas parejas hollywoodienses, ellos han sobrevivido al paso del tiempo con una combinación de discreción, complicidad y sentido del humor. "Tuvimos una primera cita después de que vi La máscara del Zorro… y ahí supe que no era como las demás", ha contado Michael en más de una ocasión. La química fue inmediata, pero lo que ha perdurado es la construcción lenta de una vida familiar sólida.
Douglas encuentra en Catherine Zeta-Jones un espacio de equilibrio. "Lo mejor que me ha pasado en la vida fue casarme con ella", asegura. Y no lo dice solo desde el romanticismo: Michael admite que fue Catherine quien supo sostenerle en los momentos más duros, incluidas su lucha contra el cáncer, los problemas con su hijo Cameron y las propias crisis del matrimonio. "Nos hemos reencontrado varias veces, y eso fortalece", añade.

En esa misma entrevista para Vanity Fair, Douglas también se abrió sobre su relación con su padre, el legendario Kirk Douglas. Con una mezcla de ternura y espina, recordó una frase que lo marcó tras ganar su primer Oscar: "Si hubiera sabido que tendrías tanto éxito, habría sido más amable contigo". No hubo reproche, solo una constatación de que el éxito puede unir, pero también dejar heridas que se curan tarde. "Salir de su sombra fue mi mayor triunfo artístico", añadió Michael, sin resentimiento, pero con verdad.
Más allá del cine y la familia, el actor mostró una faceta profundamente crítica con el presente. Admite vivir "el momento más oscuro" de su vida, no en lo personal, sino por el estado del mundo: guerras, desigualdad, inteligencia artificial deshumanizada… "Tengo esperanza en la Generación Z", dijo, "porque están viendo el desastre que hemos dejado y tienen más conciencia que nosotros". Una reflexión política y generacional que confirma que su mirada no se ha acomodado con la edad.
Douglas teme a la Inteligencia Artificial

Douglas también aborda lo que él considera uno de los grandes retos de nuestro tiempo: la inteligencia artificial. Consciente de su impacto en la industria audiovisual, se mostró profundamente escéptico. "Me da miedo que la IA sustituya el alma de los artistas por algoritmos bien entrenados. Pueden replicar una cara, incluso una voz… pero no la emoción humana que hay detrás". Para el actor, el avance tecnológico no debería ir por delante del juicio ético. "Estamos jugando a ser dioses sin preguntarnos si deberíamos", advirtió.
A sus 79 años, el actor no piensa en retirarse. Se le ha visto con energía, involucrado en nuevos proyectos y con el mismo temple que lo convirtió en icono. Pero ahora, más que nunca, parece tener claro dónde está el centro de su vida: en casa, junto a Catherine, en sus hijos, y en ese legado que va mucho más allá del cine.
Fotos | Gtres
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