Se llama Rugulopteryx okamurae y no es un turista japonés entre los turistas que masifican las playas de Cádiz. Se trata de otro tipo de quebradero de cabeza... Un alga que llegó como polizón, hace una década, en buques internacionales que transitan entre Asia y el Estrecho de Gibraltar. El problema es que ha acabado tomado literalmente La Caleta, la playa más icónica de la ciudad, cubriendo la arena de una biomasa marrón maloliente, de la que el Ayuntamiento ha tenido que retirar este verano más de 1,2 millones de kilos.
Se pueden recoger hasta 78.000 kilos en un solo día. Esta especie invasora, originaria de las costas del Pacífico, se pega a las rocas, crece sin freno y lo coloniza todo. Por lo que, además de un problema estético, es un agresivo enemigo ecológico que sustituye a las algas autóctonas, transforma el ecosistema y compromete la biodiversidad. Sobre todo porque no tiene depredadores naturales y se reproduce por clones (hasta 600 de golpe), por lo que da igual todo lo que limpies un día porque al siguiente vuelve a estar igual.
El impacto no se queda en la orilla. En el mar, la pesca artesanal está al límite porque se enreda en las redes, arrastra los aparejos y dificulta la entrada de peces. Esto se traduce en jornadas perdidas de trabajo. Barcos de Conil y Barbate, dos de los principales puertos pesqueros de la provincia, vuelven a tierra con pocos peces y toneladas de frustración ante la escasez de recursos. Algunos ya lo describen como "una catástrofe ambiental peor que el Prestige” y denuncian la falta de respuesta real por parte de las administraciones.
Podría haber luz al final del túnel a largo plazo. Se ha barajado el uso de este alga como fertilizante, bioplástico o incluso combustible, pero falta un permiso específico que permita recurrir a una especie considerada invasora, además de inversión para hacerlo mediante un tratamiento adecuado. Mientras tanto, los camiones municipales siguen haciendo viajes sin fin al vertedero cargados de algas. Cada limpieza es un parche y cada día empieza de cero.
Un problema estructural, ecológico y económico. Cádiz ha lanzado un SOS institucional pidiendo ayuda estatal y autonómica porque esto no es solo una molestia al baño y al turismo. El alga ha venido para quedarse, y la única opción posible, al menos por ahora, parece que es aprender a convivir con ella y, quizá, encontrar en esta plaga una oportunidad de innovación. Pero eso requerirá coordinación, voluntad política y visión a largo plazo.
Foto de portada | Gobierno de España y Diego Delso
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