¿Sabías que tu cerebro solo necesita cinco segundos para encontrar excusas para no hacer una tarea? Piensa en ese momento en que dices, “hoy voy al gimnasio”. Y acto seguido tu cerebro te enumera una serie de excusas en solo cinco segundos. Aunque los expertos aseguran que hacer una pausa o esperar no siempre es procrastinación. “Toda procrastinación es demora, pero no toda demora es procrastinación”, según el doctor Tim Pychyl, director del Grupo de Investigación sobre Procrastinación de la Universidad de Carleton. La verdadera procrastinación es posponer algo de forma irracional a pesar de saber que es probable que haya consecuencias negativas, como explica el profesor Piers Steel, autor de ‘The Procrastination Equation’.
Como procrastinadora nata que soy, esta es mi lucha diaria. Sé que tengo que hacer las cosas porque luego estoy agobiada y con una montaña de tareas. Una batalla entre mi fuerza de voluntad y mi cerebro. Y aunque la ciencia ha demostrado que no procrastinamos porque seamos vagos, sino porque tu cuerpo te pide que pares, lo cierto es que no en todos los momentos puedo permitirme seguir acumulando tareas. Por eso utilizo el “destructor de procrastinación de 3 minutos”, un truco que consigue que sea más productiva teletrabajando.
Que es el “destructor de procrastinación de 3 minutos”
El “destructor de procrastinación de 3 minutos” consiste en dedicar tres minutos a trabajar en algo. Sí, tres minutos. Nada más. La idea es empezar y pasar de la parálisis delante del ordenador a la acción en sí misma, como ocurre con la regla de los cinco segundos de Mel Robbins. En su charla TED, Robbins explicaba que si no te mueves en cinco segundos, tus hábitos mentales toman el control y anulan tu instinto de cambiar, innovar o salir de tu zona de confort. Con el “destructor de procrastinación de 3 minutos” lo que hacemos es dar ese primer paso.
Para que funcione, debes ponerte como meta trabajar tres minutos en la tarea que quieras quitarte de encima. Aunque pares después de los tres minutos, al menos has dado el primer paso y has empezado. Pero una vez que empieces, te aseguro que no pararás en tres minutos. Has desarrollado un impulso que rompe con ese primer freno de nuestra cabeza. Si nos mentalizamos de que solo usaremos 3 minutos para comenzar con la tarea, cuando estemos metidos de lleno en ella lo más normal es que no paremos de hacerla y la terminemos. Pero no pasa nada si no lo terminas o si decides parar después de los tres minutos. Has avanzado aunque sean pocos pasos.
Fue acuñada por el psicólogo clínico Michael R. Edelstein, es conocido como “The Three Minute Therapist”, el terapeuta de los tres minutos. Es él quien asegura que existen algunas creencias irracionacionales que son las que nos impiden ponernos en marcha, como pensar que debemos hacer todas las tareas pendientes de una vez o que debemos hacerlas perfectas.
Uno de los motivos más grandes para no iniciar algo es pensar en la inmensidad que supone. A nadie le seduce la idea de empezar a escribir una tesis con la que vayamos a estar toda la tarde. Por eso, en lugar de decirle a tu cerebro que debe empezar una tarea que va durar toda la tarde, lo que hacemos con el “destructor de procrastinación de 3 minutos” es dar a nuestro cerebro una orden clara, precisa y acotada en el tiempo. Nos quitamos la idea de que será una tarea complicadísima y larga y la sustituimos por el pensamiento de “solo serán tres minutos”.
Según cuenta el psicólogo Rafael Santandreu en su libro ‘No hagas montañas de granos de arena (y TODO son granos de arena)’, su abuelo le enseñó dos normas básicas para acabar con las indecisiones y la procrastinación, y para encaminarse al éxito: lo que empiezo lo acabo y lo que he dicho que iba a hacer, lo hago. Con el “destructor de procrastinación de 3 minutos” te darás cuenta de que cumples con ambas. Te pones con eso que dijiste que te pondrías (aunque solo sean tres minutos), y una vez que empieces te darás cuenta de que también lo acabas.
Cambiamos los miedos y la pereza por la activación. Solo son tres minutos. Y ese es el impulso inicial que necesitas para que luego todo vaya más rodado. No hace falta más.
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