Muchos esperan la llegada del verano para poder pasar tiempo en la playa y liberarse (por unos días) del trabajo y la rutina diaria. Sin embargo, la conexión con el mar ofrece beneficios significativos para la salud mental y el funcionamiento cognitivo más allá del estrés de la rutina, tal como lo demuestra un estudio, donde expone que la Teoría de la Restauración de la Atención sugiere que los entornos naturales, como la costa y el mar, pueden restaurar nuestra capacidad de concentración y aliviar la fatiga mental.
Los psicólogos Rachel y Stephen Kaplan, descubrieron que la exposición a estos entornos permite que nuestra atención dirigida descanse, facilitando una recuperación cognitiva efectiva. Estudios recientes respaldan esta teoría, indicando que los espacios naturales, incluidos los entornos costeros, tienen un impacto positivo en el bienestar psicológico y la función cerebral.
Además, investigaciones han demostrado que los "espacios azules", como la playa, ofrecen beneficios adicionales para la salud mental. La combinación de sonidos relajantes, vistas amplias y la sensación de estar lejos de las preocupaciones cotidianas contribuye a reducir el estrés y mejorar el estado de ánimo. Estos entornos fomentan la atención involuntaria, permitiendo que la mente se relaje y se recupere del agotamiento mental.
El asombro como emoción detonante
La relación entre el asombro positivo y la salud mental ha sido ampliamente respaldada por la psicología contemporánea, y la teoría ART es una de los principales respaldos, confirmando que la exposición a ciertos entornos, especialmente naturales o novedosos, nos introducen en contextos nuevos y emocionalmente estimulantes, que se convierten en escenarios ideales para facilitar la salud mental.
El asombro positivo es una emoción que surge ante estímulos que nos sobrepasan en belleza, grandeza o complejidad, pero de forma placentera. Puede desencadenarse al ver una cascada inmensa, caminar por una ciudad desconocida llena de historia, observar una noche estrellada o experimentar una nueva cultura. A nivel psicológico, el asombro disuelve momentáneamente el ego, reduce el pensamiento rumiativo y promueve una sensación de conexión con algo más grande que uno mismo.
La ART sugiere que el cerebro humano se fatiga cuando pasa demasiado tiempo en entornos que demandan atención dirigida (como oficinas, pantallas, o ciudades saturadas). Para recuperarse, es necesario el recurrir a espacios que promuevan una atención suave y no forzada, lo que los Kaplan llamaron "fascinación suave".
El mar: la perfecta válvula de escape
Un paseo o un baño en el mar ejemplifica cómo la inmersión en un entorno natural favorece la calma mental. En especial, el mar cumple todas las condiciones de un paisaje restaurador: sus olas ondulantes ofrecen un movimiento cíclico suave que mantiene nuestro interés sin agotarnos.
Estudios sugieren que observar las olas fractales —patrones repetidos de manera natural— modula nuestras ondas cerebrales hacia las frecuencias alfa, propias de un estado relajado. Además, la propia actividad acuática exige nuestra presencia total: como explica la surfista y ecóloga social Easkey Britton, el mar "exige presencia y concentración", lo cual "libera de las preocupaciones y las cavilaciones".
En otras palabras, deslizarse entre las olas o caminar junto a la orilla obliga a atender el entorno en un enfoque involuntario que permite que la atención consciente descanse y se recargue.
Es en este punto donde entran las vacaciones, especialmente aquellas que implican viajes a la naturaleza o a entornos culturales diferentes que suelen reunir todas estas condiciones que potencian particularmente la restauración cognitiva y emocional gracias a la presencia del asombro positivo.
En este sentido, las vacaciones no solo son una pausa del trabajo; pueden ser un instrumento terapéutico, especialmente cuando incluyen momentos de asombro positivo.
Al situarnos en entornos que despiertan esta emoción, facilitamos los procesos restaurativos descritos por la Teoría de la Restauración de la Atención, lo que hace que viajar no sea sólo un lujo, sino una necesidad psicológica periódica para mantener nuestra salud mental y equilibrio emocional.
Foto de Marcel Strauß en Unsplash | Nathan Ayoola en Unsplash
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