Sobre si es necesario un parón en redes sociales a modo detox digital

Las redes sociales son una ventana al mundo... pero también un eterno dilema que últimamente no deja de dar titulares. La caída de Whastapp, Tik Tok limitando el uso de su aplicación a los más pequeños, un reciente estudio publicado por Qustodio que concluye que los menores españoles pasan más de 600 horas al año en Instagram...

Lo enfocamos desde un prisma positivo si tenemos en cuenta que nos permiten mantener el contacto con personas que no tenemos cerca o tener conocimiento de herramientas, productos o actividades que desconocíamos. "El problema es que frecuentemente encontramos al otro lado de esa ventana una perfección que poco tiene que ver con la realidad...", advierte Lorena Ruiz López, psicóloga general sanitaria.

Si a eso le sumamos que la mente es negativa por naturaleza, y que el anonimato que las redes proporcionan hace que los haters se expresen sin filtro, lo normal, asegura la experta, es que la salud mental se resienta, provocando comparaciones constantes con cuerpos y vidas ajenas, problemas de autoestima, ansiedad, insatisfacción con nosotros mismos o trastornos más graves como la depresión o el trastorno de conducta alimentaria.

"Es una realidad. Las redes afectan negativamente a nuestra autoestima, especialmente a las adolescentes que se comparan con modelos o famosas que aparecen en sus perfiles mostrando una vida aparentemente maravillosa", sostiene la experta.

Caras como Gigi Hadid, Selena Gomez, Marta Pombo, Dulceida o Laura Escanes son algunas de las jóvenes que han desaparecido temporalmente de las redes sociales tras confesar no estar pasando su mejor momento. "Necesito reconstruirme, abrazarme y cuidarme para volver. Me siento perdida y necesito encontrar el camino para recuperar mi alegría, volver a ser yo y volver a quererme", explicó Dulceida en su perfil. Y, como decimos, no fue la única.

"Molaría que se cayeran las redes sociales un mes", publicó una conocida cuenta de Instagram hace unas semanas. La acogida fue espectacular: más de 12.000 likes y miles de comentarios. La conclusión está clara: molaría que las redes se cayesen un mes o toda la vida. O que tuvieran horario de pequeño comercio de barrio. Y volver a un mundo sin redes y sin tanta sobre información... ¿Dónde hay que firmar?

"Nos tienen demasiado absortos en ellas, es una pena...", opinó una usuaria de Instagram, reconociendo a su vez que, por desgracia, también es una herramienta muy potente a nivel laboral. "Creo que no es tan descabellado pensar que en el futuro podría pasar, de hecho deseo que pase. Nos iría mejor así", argumentaba otra persona, que confesaba estar más en la vida analógica que en la digital.

Definitivamente, algo está pasando y muchos comienzan a preguntarse si sería adecuado realizar ayunos digitales y desconectar así del universo digital de vez en cuando. Exploramos el tema de la mano de una psicóloga.

Reticencia a mostrar nuestra parte negativa

"En realidad estaría bien que hiciéramos detox de todo aquello que hacemos o utilizamos en exceso para alcanzar el equilibrio", explica Ruiz López. "Podemos aprovechar ese tiempo para mejorar nuestro descanso, llevar una vida más activa, buscar actividades que nos sumen o conectar con lo demás de manera más humana", recoge.

La experta advierte que en redes sociales nunca mostramos la parte negativa de nuestra vida. "¿Tiene eso algo que ver con cómo nos relacionamos en ella? ¿Acaso evitamos hablar de las emociones que nos hacen sentir mal, como la tristeza, rabia...", se cuestiona.

La psicóloga afirma que todo esto tiene mucho que ver con cómo nos relacionamos: "Es razonable que las personas nos dirijamos siempre hacia la búsqueda de la aceptación y la evitación del rechazo". El problema, recoge, es que actualmente se ha extendido la creencia de que la aceptación viene de la mano de la invulnerabilidad, cuando es totalmente al revés.

"La vulnerabilidad une y el ejemplo más claro lo hemos podido ver durante la pandemia. También lo veo mucho en consulta. Cuando las personas se exponen a abrirse tal y como están, suelen encontrar en los otros comentarios de comprensión, normalización e incluso identificación (a mí también me pasa)", asegura. Eso sí, recalca que nos une a las personas adecuadas, no a todo el mundo: "Siempre animo a hacer la prueba. Abrirte produce una respuesta general de afecto, aunque haya excepciones que cumplen la regla".

Los likes, la manifestación de la aceptación

Otro de los grandes problemas de las redes sociales son los likes, que suponen la manifestación de la aceptación, de ahí que sea algo tan anhelado en los perfiles de las RRSS.

Sin embargo, buscar constantemente la aprobación externa implica controlar lo que está fuera de nuestro control (pensamientos, gustos o reacciones de los demás), lo cual puede ser tremendamente agotador y frustrante. "Obsesionarse con esto nos habla de que la persona necesita ampliar los recursos de amor hacia sí misma para que el like sea un placer y no una necesidad. En este sentido, el autocuidado es el principal factor de protección", sentencia Ruiz López.

Desconectar para reconectar

Las redes sociales y con ellas todos los elementos tecnológicos se han vuelto prácticamente imprescindibles en nuestras vidas, más aún en un momento en el que nos hemos visto obligados a pasar el día en casa teletrabajando, sin poder acceder a otros recursos que nos permitieran continuar con la rutina.

Aunque nos facilitan el trabajo, el acceso a información relevante, la realización de ciertos trámites, el entretenimiento y el contacto social, la experta nos invita a realizar un uso saludable para prevenir problemas como el cansancio ocular, dolores musculares, sobrepeso, alteraciones de sueño o fatiga emocional.

Estrategias para poner en marcha el plan détox digital (y anteponer la salud mental a los likes)

Ruiz López nos invita a tener en cuenta una serie de estrategias para hacer un paréntesis virtual:

  • Ponernos objetivos realistas: "El abuso de redes sociales es un hábito muy instaurado y será mejor dar pasos pequeños, pero seguros. Para ello, identifiquemos cuánto tiempo dedicamos y qué actividades llevamos a cabo en ellas. Una vez hecho esto, elijamos en cuántos minutos reduciremos su uso. También se puede empezar por bajar al súper sin móvil o comer y tomar café sin estar conectado a Instagram".
  • Reto compartido, reto cumplido: "Cuando hacemos partícipes de nuestras metas, deseos y necesidades a los que nos rodean, éstos se pueden convertir en importantes aliados que incrementan la motivación y refuerzan el progreso. Si además decidiesen unirse al reto y estar en momentos críticos, la relación ganará en calidad y confianza".
  • No utilizar el móvil como despertador: "Si mirar el teléfono es lo primero que hacemos al empezar el día, seguramente acabaremos consultando e invirtiendo más tiempo del que nos gustaría en redes sociales. La alternativa es empezar la jornada conectando con uno mismo y con lo que nos gustaría conseguir aquí y ahora".
  • Marcar franjas horarias concretas y limitar el tiempo de uso de las aplicaciones: "No se trata de demonizar los dispositivos electrónicos o eliminar su uso por completo, sino de gestionar adecuadamente el tiempo para poder incluir también actividades valiosas en nuestra rutina. Un ejemplo para implementar esta pauta sería fijar uno o dos momentos del día, durante 30-40 minutos, para leer el periódico, meterse en redes sociales o revisar y contestar correos electrónicos".
  • Dejarlo a un lado: "Lo mejor para no caer en la tentación, sobre todo cuando estamos empezando el détox digital, es poner el teléfono fuera de nuestra vista. Esta herramienta será más eficaz si además tenemos la oportunidad de guardarlo en algún lugar de difícil acceso o que nos pueda suponer algo de esfuerzo volver a recuperarlo".
  • Que la alternativa no sea estar sin hacer nada: "No se trata de recordarnos constantemente lo que no debemos hacer o no nos viene bien, que normalmente ya lo sabemos, sino que lo que realmente funciona es ofrecernos alternativas apetecibles y gratificantes. Cada uno puede tener sus preferencias, pero algunos ejemplos podrían
    ser: hacer deporte, meditar, leer, escribir, dibujar, tomar el sol, etc".
  • Ser conscientes de los avances y recordarnos que las caídas son parte del proceso: "La autoexigencia puede llevarnos a pensar que si tenemos algún tropiezo en el camino hacia el détox digital significa que no valemos para esto o no podremos conseguirlo. No siempre tenemos la misma energía ni la misma disciplina, no pasa nada, lo importante es que cada vez estés un poco más cerca de la persona que queremos ser".

Siendo plenamente conscientes de las dificultades que entraña el détox digital en el mundo en el que vivimos, estamos convencidos de que las herramientas mencionadas te serán de ayuda. Si conectamos, que sea con nosotros mismos.

Fotos | 'Followers', 'The Social Dilemma', @chiaraferragni, @kendalljenner, @sarasampaio

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